viernes, 22 de diciembre de 2017

Iván Fernández Corti-Argentina/Diciembre de 2017



Un pájaro muerto

La manecilla del segundero hacía sonar un tic-tac desesperante mientras daba la cuenta regresiva
para aquella aberrante y tan esperada situación. El hombre aguardaba sentado, en el sillón de cuero
negro desgastado, el sonar de la campana de la medianoche para
convertirse.
Desde que era un niño sabía que ese día llegaría y se preparó muy bien, abriendo la ventana con
anticipación, quitándose la ropa que se volvería un obstáculo cuando el reloj se anuncie, cancelando
todos los planes de aquella noche invernal. A partir de esa noche, jamás tendría ni una pizca de
posibilidad de volver a su vida habitual.
Solo faltaba un minuto y sentía como la polirritmia entre su corazón y la manecilla del reloj se
volvían un ritmo monótono. De fondo se oía el golpeteo de unos pies caminando en el piso de
arriba, ya no le molestaba porque sabía que el final se acercaba.
La campana anuncio la medianoche y el
cambio comenzó, el simplemente cerro sus ojos y se
entregó a su destino.
Sintió las manos pesadas y sus dedos se le volvieron un muñón, al mismo tiempo que se le achicaban
ambos brazos al largo de una simple lapicera. Su pecho se inflo de aire en una profunda bocanada,
dándole algunos espasmos, típicos del cambio por lo que no tuvo que preocuparse.
Sus piernas se volvieron flacas, cortas y frías junto con sus pies descalzos que se convirtieron cada
una en tres garras tridáctilas. Su cabeza se encogió junto con el resto de su
nuevo cuerpo y de su
boca se extendió un pico largo, el cual utilizaría para alimentarse en su nueva vida.
En cuanto sus pies tocaron el suelo, el aquelarre digno de un hombre
convertido lo descontrolo. Se
imaginó los comentarios de los vecinos del piso de abajo.
"Ahí esta ese viejo loco de nuevo ¿Con que
historieta se vendrá esta vez?".
Realmente ya nada importaba para ese ser.
Después de unos largos minutos intentando agarrarle la mano al vuelo salió por la ventana,
previamente abierta por él, como un ladrón escapando a la velocidad de un rayo. Su vuelo se
extendió por los cielos más altos, había encontrado la libertad y de la forma en que el hombre la
busco desde tiempos remotos.
Planeo por los cielos con una felicidad que le lleno hasta el hueco más entristecido de su corazón,
colmando así su alma de alegría inmensa. Su único objetivo fue subir más y más hasta que sus oídos
oyeron un pitido estremecedor que se acrecentaba cada segundo, de pronto y a lo lejos vio
acercarse una luz parpadeante, luego otra y otra.
Vio como una monstruosa aeronave se acercaba hacia el a una velocidad incalculable y así en solo
unos pocos segundos fue absorbido por uno de sus motores, destruyendo todos sus alabes y luego el
motor entero.
La explosión del motor, y luego del avión completo, ilumino los cielos de toda una ciudad y cayó
sobre ella como una tormenta de meteoros; al otro día la noticia estuvo en la primera plana de los
diarios de todo el país.
TRAGEDIA AEREA
Un avión con 218 pasajeros tuvo una falla en un motor en pleno vuelo. La falla fue ocasionada por un
ave de mediano porte que fue absorbida por uno de los motores de la aeronave provocando la
destrucción de la misma y la perdida de sus 218 pasajeros y tripulación.

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