Relato del descubrimiento de la nueva costa
El embate no
lleva sonido en su grupa:
quiere lo anónimo
del segundero,
es potencia
enmascarada
y la víctima
contrae la
miríada
de pequeños entes
que la componen
en una masa
compacta
que resiste sin
respirar .
Persistirá la erosión
durante una marea
de años
y el andamiaje
dubitará erguido
como el primer día .
No obstante
a la luz de la noche
se extiende el
cuerpo del cansancio,
su boleto marcado
al fin del recorrido.
Quizás, unas
jornadas más….
Para ese entonces
llegará el
relevo, el agua fresca,
el nieto .
La maraña de
instantes
no aconseja la
mirada
sobre el camino
hecho,
permanece aún el polvo
sobre el suelo
virgen
y ya se adivina
- tal como en un
principio – su elevación .
Adherido a la
silueta
que va signando el
documento de la tarde
con la convicción
de una sombra larga y generosa,
aparece allí
tendida
la hoja verde
aferrada a su rama,
el descubrimiento
de la costa,
la bahía y más
allá la península
- ya con poblados
en sus márgenes -
ocultas antes por
el bulto de un futuro acantilado
que nunca había
pertenecido,
ni tan siquiera
dialogado
con el ser de
esta tierra
benditamente leve
.
30
de abril de 2000
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