Hay días que caen
a pique como una plomada.
Son tiempos
de desborde
en los pozos del patio.
La tarde ahuecada por generosa que sea.
Una puerta emergente pega el salto:
la angustia pesada como el plomo
imposible de maniobrar y
se va
casi todo al carajo.
Hay días en que la vida es un rival sanguinario
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