INVASIÓN
Vez pasada, Julia se quejaba
de la invasión de hormigas que soportaba en su hogar. Nos pareció banal, no le
dimos la importancia que ella les daba. Hasta que nos contó lo que realmente
sucedía.
Una mañana se despertó y vio
horrorizada que unas hormiguitas estaban
sobre ella. Se levantó saltando de la
cama. Fue por el plaguicida que siempre tenía a mano y buscó el lugar de dónde
venían. Por supuesto, el espacio quedó espantoso.
Otra vez estaba cocinando,
cuando al darse vuelta, observó que una hilera de hormigas negras caminaban
sobre la mesada. Era un ejército que marchaba en forma disciplinada y continua.
Nuevamente fue a ver de dónde venían y usó el insecticida.
Ya comenzaba a preocuparse.
Revisó la casa a ver si descubría nuevas entradas.
Fue a regar las plantas y al
llegar al jardín, se encontró con el rosal sin rosas. Y los demás arbustos
comidos por las invencibles hormigas.
Pidió ayuda y le recomendaron
que rodeara flores, árboles, y plantas con granos de arroz. Decían que los llevarían
a sus cuevas y esto las exterminaría.
Así lo hizo. A la noche salió
para ver cómo se veía todo. No podía caminar. Era una alfombra negra, llena de
hormigas, que nerviosas corrían de un lado a otro.
A la mañana no había ni un
grano de arroz. Feliz por haber dado con la solución, siguió con sus tareas.
Yendo hacia el comedor, casi
pisa una hormiguita que paseaba solitaria.
¡Buenísimo cuento! Muy ocurrente e imaginativo. Me encanta tu estilo.
ResponderEliminarCariños
Diana