Ando con el alma desnuda a donde sea que vaya,
exhibiendo a mi entorno la transparencia de mi conducta,
la risa fuerte,
el amor, amor,
el enojo, brutalmente efímero…
y el llanto,
más desnudo que las ganas de
llorarse.
Evidentemente, ando vulnerable por las calles de la masa
donde algunos ya ni la esquinita del alma muestran
y tal vez por esto me quieran "dañar".
Pero no dejaré de desnudar mi
esencia,
esta flora carmesí que me compone.
No usaré un disfraz para
tapar lo inevitable,
no fomentaré a la gente a adorar
más lo superfluo de la vida
donde hasta a la vida misma se encajona,
para dejar de vivirla.
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