CONFESIONES
DE UN MIMO
Hace
tiempo/ yo era un niño/ apenas hacía
raras morisquetas
de
pie/ desgarbado/ frente al espejo vertical de nuestra casa
y
que en tardes de lluvia/ o calor/ así en calzones y chancletas
hacía
reír al abuelo/ al loro/ a la abuela/ y también a la muchacha
Años
más tarde/ yo ya joven/ vino un día un padrino pelado
de
esos que viven enfermos/ de optimismo y de confianza
que
se propuso llevarme a un lugar/ el transitado túnel del subterráneo
y
me paró/ de golpe/ frente a personas apoyadas en cerámicas decoradas
Puso
una alfombra persa en el piso/ me vistió de negro/ trajo maquillaje
color
amarillo gris blanco rojo azul/ y hasta el verde esperanza
no
faltó el bastón/ pucho apagado/ el funyi/ la batuta/ el moño plateado
hasta una lámpara de pie/ que parecía un débil
reflector en llanta
Y me azuzó imperativo/ cara de piedra/
motivador/ exultante/ buena onda
vos
soltáte/ hacé lo de siempre/ lo tuyo/ provocá risas o lágrimas
no
te importe si en la lata/ los demás ponen caramelos media hora
en
lugar de monedas/ billetes marrones/ o simplemente un gracias
Desde
allí comencé a leer sobre el ser humano/ me mezclé con la gente
aprendí
que el rostro es la foto del interior/
que el cuerpo se mueve
por el
engranaje de los pensamientos/ que la fuerza estaba en la mente
podía decir sin palabras/solo con gestos/ser
como otros y que imitar duele
En
una tarde de esas tardes de milagros/ que nunca le faltan a uno
pasó
un señor bien trajeado/ fumador de boquilla/ aspecto de tipo vivo
se
quedó parado detrás de todos/ callado/ tras redondas volutas de humo
y
aunque no aplaudió/ antes de irse/ se agachó/ dejó tarjeta de ejecutivo
Y
hoy estoy en el escenario/ bajo un cono de luz/ soy estrella almidonada
actuando
lo que sé/ lo que me gusta/ y hago feliz a una platea que encanto
ellos
me llaman mimo/ y me miman sí/ mimándome con la mirada
desde
butacas en penumbras/ que se iluminan con carcajadas o llanto
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