AMOR POR SIEMPRE
Te conozco desde que era colegiala,
tú ibas sujeto de los pasamanos del bus y con la diestra sujetando tu abultado maletín
de colegio. Descubrí tu mirada observándome atentamente. Mi cara la sentí
acalorada por el azoro de sentir tus ojos puestos en mí.
Me di a la tarea de saber tu nombre,
el de tus padres y prácticamente todo lo concerniente a tu persona. Hasta que
egresé del colegio mis pensamientos estaban siempre contigo. Estaba enamorada.
Posteriormente mi opción fue trabajar,
en ese momento, mi rumbo y mis afectos cambiaron. Pero creo haber aceptado en
matrimonio a un hombre que algo tenía de ti. A la distancia de los años he
descubierto ciertas coincidencias.
La vida siguió su curso, nacieron
hijos preciosos, tres para ser exacta. Ellos crecieron y cuando ya el último se
emancipaba, mi compañero también partió a la eternidad, repentinamente que en
cosa de días.
Pasaron los años, asisto a una
biblioteca que por coincidencia tú también vas a leer, y otras, a buscar algún libro.
Ya no somos jovenzuelos colegiales, tengo mi cabeza blanca y bastantes arrugas
impertinentes y en tu cabeza la tonsura no la puedes disimular.
Me fijé en el último libro que leías,
pues en él encontrarás esta carta, que no tiene más importancia que el haberte
confesado un amor que nadie supo.
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