Texto comunitario en pandemia-Olavarría, Argentina/Diciembre de 2020

 

                                                           Pedrito

Nombre que le puse,  a un dulce colibrí que todos los días de sol viene a visitarme;  toma el almíbar de un bebedero  que le preparo con  amor.  ¡Es hermoso!

Tengo el placer de verlo cuando contento se acerca a mi jardín tan florido buscando  las  más dulces  flores y en cada una, un aroma distinto.

Paso bellos momentos viéndolo  posar su delicado pico en ellas. No puedo explicar la alegría que me provoca.

Es asombroso, tan pequeño,  tiene magia pura en ese vuelo que nunca se detiene y cuando se posa a descansar parece tan frágil y tan fuerte a la vez.

Para mi gran asombro, un día  llegó con compañía. Una amiga que había encontrado en sus vuelos y me  di cuenta que ambos habían hecho nido en mi jardín.

También recorre las casas de los vecinos,  moviendo sus hermosas alitas dejando un resplandor de amor y paz. Para mí son seres mágicos y angelicales. En una oportunidad, un alita de Pedrito no se movía, algo le había pasado. Luego,  se repuso.

Cuenta una leyenda que cuando un picaflor  da vueltas por los jardines,  son almas de seres queridos que ya no están.  Nos vienen a visitar  y a saludar. Dicen ser  grandes mensajeros y que normalmente pasan por lugares que hay mucha paz. Son almas flotando en el aire.

Hace unos días,  me pareció oír a   Pedrito  hablarme  de mi amiga Andrea, que es feliz allá donde está.

A veces, son  dos colibríes  que se posan siempre en las mismas flores y me quedo preguntando quiénes vienen a visitarme.

He visto cuando  Pedrito llegó a aquel rosal enorme de mi vecina que le preguntó: ¿Sos vos amor?Él se quedó mirándola .Después ella me contó:

 —No sé por qué presentía que era un mensaje de mi esposo fallecido hace ya  tiempo,    vivo recordándolo, seguro vino a decirme que está en paz.

 — ¡Él va a visitar a varias casas, a la mía vino y se quedó aleteando mirando sobre mi ventana cara a cara y supe que mi papá estaba bien!—le conté sumando  mi experiencia.

 Pero Pedrito estuvo un par de días sin aparecer, todos los pájaros del jardín estaban  preocupados y habían  empezado  a preguntarse qué le habría pasado.

 La calandria sospechó del gato del vecino.

Final feliz porque  Pedrito tardó mucho tiempo en aparecer, hasta que hoy, una hermosa tarde de sol, volvió aleteando con su compañera y sus dos pequeños. Se ausentó porque había formado una familia. El placer de ver esos pichones intocables con padres tan bellos.

Ahora es tiempo de cuidarlos. La rosa china los protege de todos los peligros que los acechan.

El mundo no siempre es tan cruel, ni somos tan débiles como parece, a veces, somos más resistentes que lo que creemos, así como estos pequeños colibríes.

 

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03/07/20