sábado, 20 de febrero de 2021

Stella Mayol-Argentina/Febrero de 2021


 

                                     PARA LUCITA, HERMANA AMIGA

Todavía no acepto tu partida, por eso todas las mañanas espero tu llamado. Necesito contarte todo y escuchar tus palabras de consuelo,

Necesito que me confíes tus vivencias diarias. Nosotras que superamos juntas los sinsabores de la vida, los abandonos, las alegrías.

Los proyectos de viajes que hicimos realidad y los que teníamos programados. Tu jardín, ahí estás vos. Me enseñabas cada planta, cada logro cuando prendía un gajo. Leías mis cuentos, eras mi crítica y admiradora.

Las fotos de las vivencias de nuestros viajes, los hijos, los nietos.

Recordábamos la adolescencia vivida juntas, nuestros amores juveniles,

Los paseos , compras, almuerzos, teatro, cenas.

Sería interminable contar las experiencias vividas. Cincuenta y dos años, con intervalos cuando nos divorciamos y tuvimos que pelearle a la vida con nuestros hijos a cuestas, sin ayuda económica de nuestros respectivos ex maridos. Fue muy duro hermanita. En una época donde decir “separadas”, era sínonimo de presas fáciles, para el machismo reinante.

Tampoco la familia nos apoyaba, éramos una vergüenza, una mancha para tanta hipocresía. Pero nos levantamos muchas veces de los escombros, de las equivocaciones y cuando los hijos crecieron y construyeron sus hogares, nos sentimos liberadas. Pero también nos tocó ser madres de nuestros padres y cumplimos. Y siempre nos acompañamos, aunque sea por teléfono. Cuando ellos partieron quedamos nosotras. Juntas. Y nuestros planes, nuestras salidas, nuestra compañía diaria.

Pero la vida nos jugó esta mala pasada. En los últimos dos meses no advertí que te estabas llendo, hacíamos un montón de suposiciones sobre tu cansancio, anemia…no me di cuenta Lucita. Tenía miedo. Vos me decías Chechita, porque tu mamá siempre recomendaba algún remedio. Y yo seguía sus pasos y vos me preguntabas. Pensamos que tu cansancio era síquico, estabas tan agotada de tener que atender a tu marido, y me decías que querías irte a descansar, no verlo, no lo soportabas, me decías “ Me va a enterrar a mí” “No le importa cómo me siento” “Me trata mal” “Estoy agotada” “No puedo más”.

Y así ocurrió. Te fuiste vos.

No pude tomar tu mano, ni verte mientras estuviste internada. No permitían visitas por el Covid.

Me quedó una sensación de despedida no hecha, de palabras no dichas,de consuelo de compartir con vos tus últimos días. Nada.

Tus últimas palabras fueron:”Me voy a la Clínica” Después hablamos…

Otro día Lucita escribiré alguna vivencia linda , que nos haga reir. Hoy estoy muy triste y necesitaba decir estas cosas y muchas que me guardo para nosotras. Hermana dame una señal que me escuchás.

Te extraño, te quiero , me hacés mucha falta.

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