LA LIGEREZA DE UNA SONRISA
En el silencio de las noches insomnes,
donde el mundo calla y los sueños se entrelazan,
hay un hombre que vela,
un corazón que late al unísono con el respiro de un pequeño ser.
Lleva sobre sus hombros el peso de un mundo,
pero en su corazón tiene la ligereza de una sonrisa,
de una risa inocente que ilumina la oscuridad,
como un faro en el mar en tempestad.
Sus manos, callosas y fuertes,
son la cuna de un alma naciente,
y sus ojos, cansados pero llenos de esperanza,
reflejan un amor que no conoce límites.
Y sin embargo, en su fuerza, hay una fragilidad secreta,
un temor que solo él conoce,
de no ser suficiente,
de no saber siempre el camino correcto.
Pero es precisamente en esa duda, en ese miedo,
donde se revela la verdadera esencia de la paternidad:
no en saberlo todo, sino en estar ahí,
presente, atento, dispuesto a caer y a levantarse.
Porque un padre no es un héroe invencible,
sino un hombre que ama más allá del límite de sí mismo,
que da cada día una parte de sí
para ver crecer un sueño, para ver volar una vida.
Y en la belleza de ese don,
encuentra su mayor fuerza,
su significado más profundo,
su eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario