Secreto
Las aguas bajan como cintas por las laderas de la montaña. Día y noche se escucha el rumor del estrecho río Somiedo, que corre a la vera de la aldea. Allí se une al río Pigüeña, en un corto trayecto confluencian y desembocan en el caudaloso Nalón. De esa unión nace el nombre del pequeño pueblo de unas treinta casas; “Aguas Mestas”.
Los niños del lugar se divierten pescando truchas y salmones en ese agua cristalina.
Paco trabaja duro de sol a sol, atendiendo los colmenares y los sembradíos. Alcira, su mujer, trabaja a la par, al igual que Agustín el hijo, un mozo guapo y fuerte.
Hay pocos jóvenes en el pueblo. Los que se animan, parten a las grandes ciudades a trabajar o a estudiar, en busca de nuevos horizontes; ya que en estos pueblos montañeses, la rutina es de por vida.
La única diversión son las fiestas santorales, en los prados al aire libre. La gente va a cada pueblo vecino cuando es la celebración del santo, algunos ataviados con sus vestimentas tradicionales. Van caminando y cantando al son de las gaitas y panderetas. Al llegar se acomodan en largos bancos de leño o se sientan en el pasto. Beben vino de la bota, escancean sidra y algunos tragos de anís, meriendan alguna tortilla salada o dulce y bailan danzas regionales, al compás de los improvisados músicos.
Una de esas noches, Agustín marchó a la fiesta de Santiago, el santo del pueblo vecino. Allí estaba la joven más bonita del lugar. Agustín se acercó y la invitó a bailar. Hacía tiempo que quería cortejarla. Esto despertó los celos de otro joven que también estaba interesado en ella. Cada vez que la pareja se acercaba, lo molestaba con su mirada desafiante, trataba de rozarlo con la intención de provocar su enojo, para así dirimir su encono por la fuerza..
Al término de la fiesta y con algunos alcoholes de más, los dos muchachos insistían en acompañar a la joven a su casa. Comenzaron los gritos, los empujones, ella se alejó de la discusión y se fue con sus amigas. Quedaron solos en medio del prado. Se tomaron a golpes de puño. Uno manoteó una piedra. Furioso la revoleó con tanta fuerza que derribó a su rival. Reaccionó asustado y escapó hacia el pueblo vecino donde vivía.
Al día siguiente la noticia corrió de boca en boca. El joven golpeado y malherido había fallecido desangrado.
Presa de inenarrable angustia, Agustín trata de hablar con su padre. Lo intenta varias veces, pero la voz estrangula su garganta.
.El corazón del padre acelera su ritmo. Algo tormentoso se está gestando en su interior. Mira el estado de conmoción de Agustín.
Presiente
Hace un esfuerzo y le pregunta qué tiene que ver con ese hecho. Lo zamarrea y le exige que le diga si es el autor de esa muerte. Agustín asiente con la cabeza, envuelto en un llanto inconsolable. El padre con el rostro transformado de impotencia y dolor, le hace una confesión:
Cuando tenía tu edad, me enamoré de una hermosa muchacha, tuvimos un apasionado romance. Los padres decidieron que fuera a vivir con unos tíos al sur, y no supimos nada más uno del otro. Tres años más tarde, volvió al pueblo con un niño. Una tarde nos cruzamos, le pedí explicaciones, me confirmó que yo era el padre de ese niño, que no me lo había dicho antes porque si su familia se enteraba quién la había embarazado, lo iban a matar.
. Ella mantuvo el secreto y ahora había vuelto al fallecer su padre.
Yo estaba comprometido con tu madre, con quién me casé. Al año naciste tú.
Ambos crecieron en este pueblo, tú a mi lado y mi otro hijo sin saber que yo era su padre. Ahora pierdo a los dos. Uno viaja hacia la eternidad y al otro lo espera la justicia.
Suenan las campanas de la pequeña parroquia del pueblo. Su tañido acompaña a esos dos seres que se funden en un abrazo mojado de llanto.
Hola Josefina!!, una belleza este cuento compartido, gracias x participarme, ya nos veremos, un beso
ResponderEliminarHilda
Una historia muy bien llevada. con un final doloroso.
ResponderEliminarFelicitaciones a los autores
Saludos Magdalena
Jóse!!! bello relato de pueblo, y una historia triste pero muy bien contada. Muy buen cuento.
ResponderEliminarEstá muy interesante Literarte
Un fuerte abrazo J. Menendez
Hola amigos
ResponderEliminarUna historia conmovedora muy bien contada, en un lugar, donde se encuentran mis raíces.
Felicitaciones por este hermoso relato
cálido abrazo Jaime
Que doloroso Jóse, me metí tanto en la historia, que me resultó tan triste el desenlace.
ResponderEliminarEste cuento está genial!!!!!!!
muy bueno!!!Felicito a Evaristo y a vos Jóse un besote.
Cariños Marta Secches
Josefina qué bueno este cuento, un secreto, una vida, y el dolor compartido, que historia conmovedora!!!
ResponderEliminarFelicitaciones a vos y a Evaristo
un abrazo para ambos
Muy buen cuento estimados escritores
ResponderEliminarUn gusto leer esta narración, reciban mis felitaciones.
un saludo cordial
Francisco
TRiste historia, pero muy buena, me gustó.
ResponderEliminarAplaudo a los autores.
Mis cordiales saludos. Mario
Me gustó mucho el cuento Jóse, habla de tu lugar, tu aldea, sus ríos. Una historia conmovedora.
ResponderEliminarLos felicito a los dos
beso Beatríz