no se escuchaba otra canción en el valle
mientras la luz se iba esparciendo como una fragancia y el día
comenzaba a abrazar las númeras cosas
en tanto la princesa huía y su rastro
se desvanecía tras ella como su recuerdo
la voz no la alcanzaba el ufano tacto
que había intentado memorar su cuerpo
equivocaba intensidad y gozo de aquel escalofrío
y aun los ojos ya no veían el trazo
de su figura entorpecidos por el muro de la tristeza
¿un alazán cegado por la luz
por la desesperación por la delicada
música de un zorzal solo en el día
cómo cómo habría de poder alguna vez alcanzarla?
Carlos Alberto: hay sueños o ilusiones que son inalcanzables. Un abrazo, Laura Beatriz Chiesa.
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