Sólo una burbuja
Fatigaba, pero bella como una flor .Entró al bar y se acomodó plácidamente en una silla cerca de la ventana que olía a malvones. Pidió un café.
La música del piano se extendía como un ola interminable de melodía.
Sintió nostalgias , mientras presidían en sus sueños, aquellas palabras mutiladas por el llanto. Justo en ese momento la quinta sinfonía de Beethoven parecía bailar en su pensamiento .
El pianista aguzó el golpeteo de sus dedos en el teclado queriendo llamar la atención de la joven que tenía aire de nobleza pero una mirada de plebeya humillada.
En un sumiso giro la bella joven se encontró con los ojos de él . Obnubilado apenas pudo concluir la sinfonía,sintió que nunca nadie le había impactado tanto como esa mujer y quiso que ella permaneciera allí ,que volviese todos los días, que se ubique junto a la ventana para observarla mientras interpretaba los temas más románticos .
Aun debía recorrer varios pentagramas y su corazón se estaba acelerando.
Cuando comenzó las notas de “ El lago de los cisnes”,la bella mujer, se incorporó , se acercó al pianista y dejó cerca del teclado una tarjeta.
Sofocado,quiso adoptar una actitud imperial ignorando el hecho, pero sus dedos temblaban y el tiempo se le hizo eterno tentado por leer ,por conocer más de ella.
La joven luego se retiró del lugar con su figura etérea y dejando un susurro de perfumes en el aire.
Más que caminar parecía que flotaba .Serenamente anduvo por esa calle estrecha , con edificios antiguos y paredes musgosas ,donde algunos líquenes como una selva diminuta se entregaban al viento.
Así se perdió en la noche como un beso en el agua .
Sobre el piano reposaba un verso que saltó del corazón del pianista.Quiso unirse a la tarjeta que la joven dejara.
Temió leerla,se debatió entre su curiosidad y sus miedos.
Sintió sus labios resecos y la noche fue un cuchillo que hirió su impulso por seguirla. Como un fantasma comenzó a buscarla, como una savia buscando sus raíces intentó saber de ella.
Se sorprendió al día siguiente cuando llegó nuevamente a sentarse junto al piano. Ella que había llegado antes de él ,había dejado una carta y luego se retiró.
Se apresuró a leerla.La cita era en la calle Sabatini 348.
Era un mensaje que lo transportó a un espacio de guardas paradisíacas. A la hora 10 PM, de ese 29 d e noviembre la vería.
Al caer la noche con luces de almas desprendidas de las estrellas,el pianista vibrando como una canción , llegó a la hora precisa.
Ella abre la puerta y por un instante , la vio como a una diosa vestida de blanco que le quitó el habla .Un momento fugaz de magia, un punto crucial sin solsticio.
Como en un sueño le invita a pasar.
Sobre la mesa ardía una vela perfumando el aire. Lo invitó a sentarse . Continuó mirándolo con sugestión apasionada Luego abrió una pequeña caja de madera donde una cobra dorada relucía en la tapa. Lo ofreció un habano y él hizo un esfuerzo por no aceptar.
La joven incorpororánsose , se ubicó a sus espaldas y lo rodeó con sus brazos mientras una cascada de besos formaron un radiante embrujo en su cuello.
Sobre la alfombra los deseos febriles dibujaron una selva de orquídeas y se consumieron hasta que le fuego se volvió calma.
El pianista preguntó por su nombre, ella sólo dio una sigla . Se conformó pensando que el nombre no tenía importancia ,porque ella siendo fuego , era suficiente para sus sueños de romántico .
Después los encuentros fueron más intensos , espumados de ternura y locura. Ningún rincón cóncavo o cónvexo dejo de explorarse .Se habían apoderado de las mejores auroras , habían hecho trizas a las noches hasta agotarse y contemplarse entre cerezas y licores .
El pianista siempre volvía al bar , la llevaba prendida en sus manos y sentía que era ella que interpretaba.
Le parecía vivir un sueño. Ella le negó su nombre pero le regalaba las mejores flores , ella era sembradora de estrellas...
Pero pareciera que la magia es como una burbuja y un día que él volvió para verla , no estaba.
Fue como sufrir sobre sí el mundo desplomándose, el universo traspasándolo.
Ella, la bella mujer, ya no vivía allí.
Volvió al día siguiente. Ya no se contentó con llamar a la puerta. Espió por el ojo d e la cerradura, vio la cajita de habanos en el centro de la mesa .
Con la fuerza volcánica de su amor , impulsó su pierna contra la puerta y ésta se abrió.
Quiso hallar un indicio , un rastro , algo de ella que lo orientara. Quitó las llaves de las puertas de los placares , todo estaba vacío. Aunque no fumaba, buscó la cajita y adentro ya no estaban los habanos. Vió un papel doblado en cuatro, lo desplegó.
Leyó , leyó una vez y otra y otra. El corazón le galopaba queriendo salir de su pecho.No podía creer lo que recorrían sus ojos.
Dentro de una estrella había signos extraños rodeando el nombre de un país. Debajo de la estrella la sigla de ella y en alemán, la palabra “ spion”.
Entonces el pianista sintió morirse .Entendió, lloró y gritó con su amor desgarrado que no vería nunca más a su bella señora .
Ella , espía del gobierno de su país, ya estaba muy lejos, iría buscando a otros que se sumen a su campaña.
No pudo tentar al pianista en tu telaraña de espionajes. Tanto había llenado sus horas poetizándolas con su dulzura, tanto lo amó , que juntó fuerzas para cerrar esa ventana.
La única que se había abierto en su corazón de mujer espía.
Como siempre, no dejas de sorprenderme, que bello relato!!
ResponderEliminarbesos
María Rosa
Stella Maris: muy buen relato. La realidad del amor que no sabe de espionaje, más que el de su propia
ResponderEliminarinquietud. Un abrazo, Laura Beatriz Chiesa.