Había construido como cien barquitos de papel. No había ido a clases por la tarde, no había comido ni bebido, solo se había desvelado buscando retazos y retazos, reuniendo los pequeños trozos de papel. Pliego a pliego los iba armando. Muy pronto, bajo la amanecida, tomó todos los barcos de colores y los llevó al agua. Miró su trabajo con dulzura, mientras lentamente se hundían en un profundo viaje.
Ricardo: un lindo y breve relato que reconstruye, junto a los barcos, los distintos momentos de la ilusión. Un saludo de,
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