EL MALDITO...
El hombre tomó una vieja y pequeña valija y comenzó a poner ropa en ella, lo mismo que en una mochila común, terminó su tarea, golpeó su boina contra el muslo de la pierna por costumbre y se la acomodó en la cabeza, medio ladeada. Abrió la puerta de su casa y salió, bajó los dos escalones de madera que crujieron a su paso, pero eso no lo sorprendía, hacía tanto que habitaba en ese lugar solitario, muy cerca de La Eufemia , General Alvarado.
Se ganaba la vida carneando lechones.
Se encaminó por el camino de tierra...maldito sea, ¿dónde he puesto el cuchillo...?
A paso tranquilo fue llegando hasta el boulevard, en la entrada de Mar del Sud, se sentó en el cordón y se pasó la mano izquierda por la frente sudorosa... se la miró... ¿dónde habré dejado el cuchillo...?
Esperó a que pasara algún coche, para que lo alzara, dos siguieron de largo y otro paró y le pidió que lo llevara, ¿Va para el bosque energético? le dijo el conductor que lo conocía de vista, sí, para allá.
El chofer comenzó una charla trivial... ¿dónde habré puesto al maldito...? Era una pregunta recurrente que le golpeteaba la cabeza...que si el tiempo será bueno para que vengan los turistas, si hará calor y con pocas lluvias, en fin, esas cosas que se dicen cada vez que se acerca la temporada veraniega.
El hombre no contestaba, ensimismado en su pregunta obsesiva.
Pasaron el bosque hacía un rato y llegaron a Miramar.
¿Lo dejo en la estación del Rápido del Sur? preguntó el chofer, sí, gracias, contestó y cuando llegaron se apeó, saludándole con un chau.
Fue a sacar pasaje, extendió la mano derecha...y allí estaba el cuchillo que buscaba...
El tintineo de las monedas que cayeron de su mano lo volvió a la realidad, pagó y le dieron su boleto a Mar del Plata.
Callado y casi automáticamente se sentó y miró la televisión; el locutor decía algunas noticias, entre ellas, que habían encontrado en un lugar cercano al paraje llamado La Eufemia , el cadáver de una mujer con un cuchillo clavado y sobresaliendo el mango de su pecho y que se cree que...
CUENTO DE HÉCTOR LABONIA.
Héctor: buen cuento y buena trama. Las acciones violentas, suelen borrar el rastro en el recuerdo. Un saludo,
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Laura
ResponderEliminarExcelente. Una historia breve, pero con la tensión necesaria como para no permitir que nada ni nadie interfiera entre ese lazo mágico que ata sutimente al lector con el texto
ResponderEliminarM. d Pejrhardsson
Muy bien Hector, atrapante y con final inesperado
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