8.
Más suave que la uva en agraz,
más dulce que la uva madura:
Teócrito
—Galatea es como la leche»—
«Más blanca que las hojas nevadas de la alheña»
y sus manos como lirios y uverillos
de Vitibus Albis, ofrendas a la exquisita radiancia
de su ser, más brillante que el cristal
el cuerpo de la pastorcilla nereidúnica
cuando sale húmeda del río donde se baña
o de los mares en los que la imagino
como splendidior vitro, o brillante cristal,
más luciente que el hielo, lucidior glacie,
visitándome el iris.
Más suave que la concha pulida por el mar,
mollior et cycni plumis et lacte coacto...
más suave que la pluma del cisne
y que la leche cuajada y, aún así, me abandona...
¿Quién pudiera orbitar más allá de lo excéntrico
y hallar su modelo en relación de amor
y reconocimiento en el fin, la imagen pura
que visita al ojo natural del ciego,
pero, quién soy, «horrible monstruo,
nada parecido al hombre
que se nutre de pan, y sí a umbroso espinazo
que sobresale señero en la cordillera?»
Y así, pese a todo, la ví y me sentí
como en aquellos días de ceguera y de celos
cuando arrojé rocas a la embarcación de los amantes
y dí patadas al aguijón y a ella le dije: «Serpiente»,
no uva en agraz, dulce amada, no tierno vellón
de oveja, más suave que el lino.
9.
«La palabra viva: relámpago que atraviesa en un solo instante
todos los niveles de realidad»:
Basarab Nicolescu, Teoremas poéticos
Tú, poeta de las bellezas de las ruralías
y las almas interiores / Neshamá que tenemos
o aspiramos, o tuvimos por ingenuos
como Polifemo ante Odiseo, tú...
que tienes el deseo de rectificar la realidad invisible
que no sólo se observa con los ojos, si revelar
santidad divina se posibilitara, dáme
palabra rectificadora,
nombre verdadero, no Don Nadie,
«no soy Nadie»...
para que el poder de la imaginación
dormida / cegada / cercenada / herida /
despierte / adquiera de su luz perdida...
que el 'coaj hamedamé'
en mí se desprenda como hojarasca
o deshecho del árbol de sal
O los álamos tristes...
Desde tiempos de Homero
'Don Nadie' oculta la identidad
de quien me ciega... Ulises,
hijo de Laertes, el saqueador
de Troya, el hombre de Ítaca,
él... ¿instruye la oscuridad de Nemoroso
y el bosque del Olvido?
Tú, que aún cantas con tus soliloquios,
díme si una letra o nombre se invoca,
si Alguien / en sí / es capaz de transformar
la inmediatez violenta de esta tierra avolcanda,
la Ciclopia, estéril tierra de los medios
pleno / ciegos / irascibles...
y ¿quién hay? que regrese la Arcadia a mi vida,
venciendo el ciclo de los ojos cegados
y la perdida memoria.
10.
Con ojo de volcán mi boca llora,
va llorando, todo es lava y suelta ira contenida
que dentro del pecho guardo
desde que perdí a Galatea, tierra blanca.
La enterré en gruta lóbrega
como si fuese designio del omblgo,
pero la escucho
porque Galatea no está muerta y gime
en las topologías uterinas de lo desconocido,
en la caverna esotérica de otras geografías,
donde sea posible epifanía del campo
y otros cantores del Iejidá,
nivel más alto del alma,
y la descubran cuando estén curados sus ojos
y sea posible cantar como ellos...
Del libro TEORIA DE LA SUSTENTABILIDAD
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