DESOLACIÓN I
El manto de la muerte se ha extendido sobre mí,
yo Ángel, ser de luz, he quedado en tinieblas.
Mi esencia luminosa se ha opacado,
mis alas han quedado negras.
Al borde del precipicio estoy a un paso
del valle de las almas en pena.
Las brasas que queman mis pies
han dejado llagas en mis plantas,
mis manos se han quedado sin piel,
en carne viva, desolladas
de tanto escarbar en tierra estéril
buscando un hálito de vida bajo tanta lava.
Mis lágrimas de sangre van regando los pasillos
de éste claustro sin ventanas,
donde no existen las puertas y, si existen,
sólo conducen a ninguna parte.
Mis lamentos desgarradores
enmudecen cuando tocan el aire
y mis labios, sin sonidos, ya no encuentran
manera de suplicar y elevarme.
Al borde de la muerte es que me hallo,
de mi alma y su luz sólo quedan retazos.
Las plumas, antes blancas, de mis alas
van regando el camino.
Me voy diluyendo en mi agonía,
ya no hay vuelta a ésas esferas
que sostuvieron a éste ángel en su día...
Y este triste y aparente mudo ángel moribundo, renacerá entre las cenizas, para cantar su fé, su incansable capacidad de lucha, en esta vida o en cualquier haz de luz generosa, que ilumine un camino en ayuda de otro ser que se piense perdido...
ResponderEliminarFelicitaciones, Patricia.