jueves, 11 de agosto de 2011

Graciela Amalfi-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2011, soporte papel

Cementerio sin viernes


Buenas y particulares noches. Noches como tantas otras en el cementerio del pueblo.
 Juan cumplía las funciones de sereno. Sereno de todos los días, salvo los viernes, éstos eran sus días libres. Siempre hacía el mismo recorrido; iba desde la puerta principal hasta el final del pasillo izquierdo, desde donde podía ver de lejos la tumba que prefería. Después caminaba hasta las bóvedas; en las que “descansaba en paz” la gente rica del pueblo.
 Pero había un lugar que dejaba para el final. Era el nicho en donde se podía ver la foto de una mujer. Foto gastada, sin colores, roída por el tiempo. Foto de una mujer de la que Juan se enamoró. Él la miraba, la acariciaba, la deseaba, le hacía el amor. Vivía su romance todas las noches…  menos los viernes.
 Para el encuentro había preparativos especiales. Se cambiaba de ropa. Se ponía su traje azul marino y los zapatos negros. Cada noche aparecía con una poesía distinta, propia, o de otros.
 Ahí estaba el secreto, él imaginaba que su enamorada necesitaba ser sorprendida todas las noches y no podía dejar nada librado al azar. Cada detalle de su presentación merecía una completa entrega. Esa entrega que se consumaba como un ritual.
 Luego del encuentro, reía de felicidad y su transpiración perlaba su frente. Nada de lo que sucediera en el mundo le interesaba. Nadie lo veía.
 Sólo la foto y él. Él y la foto.
 Las noches tenían lunas, lunas de sudor, lunas de pasión, lunas de secretos. Las tumbas emitían chillidos de envidia al ser alcanzadas por el olor de Juan y de esa mujer muerta. Juan y esa mujer otra vez estaban juntos. Otra vez amándose en ese cementerio de pueblo.
 Todos los días, menos los viernes. Esos viernes en que la luna se iba a otro cielo buscando a otros amantes, un cielo que se arrugaba y sentía la ausencia de su luna.
 Todos los viernes la foto de la mujer caía del nicho y rodaba por las tumbas y era arrastrada por el viento nocturno.
 Todos los viernes el hombre lloraba por la falta de esa mujer, su foto y su cementerio.




1 comentario:

  1. Grace... qué buena que quedó la ilustración... me encantó.....besitos-Gra boticaria.

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