Hades
Me andas sepultando sin tedio
mujer de velo negro e infausto;
presurosa, iracunda, penumbra de asedio
desde tus presidios gritas: ¡Fausto!
Tu negra saeta en pos de mi pecho nocturno
y tu trémula estancia bajo esta noche inerte,
laceran mi alma cual anillos de Saturno
con la infinita lobreguez de la muerte.
Amarga condena de espíritu doliente
y espectro hastiado de la maledicencia,
soy juglar de versos en agonía inclemente.
Cantan las ánimas mis poemas de árida demencia,
y tú, sombra gélida, sólo atisbas cual perverso vidente
el melancólico aliento de mi difunta existencia.
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