EMERGIENDO A UN AMANECER
Era hora, tu hora, que llegara el amor,
hasta tu alma, siempre dispuesta a recibirlo
y sintieras tus huesos crujir
de novedosas ganas,
ansiosas
del olor y el calor de la piel,
del
hombre que derriba y arrolla,
hasta hacerte sentir el brutal clímax,
que te quita el aire, ahogada de placer.
Encontrar al hombre adecuado,
en
este mundo lleno de fantasías quiméricas
y
convertirlo en tu querido amor...
Ni más, ni menos...exacto
e increíble.
Estaba cerca...tan cerca tu
felicidad;
aunque
nunca te ha sido tarde el encontrarlo,
apareció de cercano lugar,
de la mano del destino.
La
divina providencia te hizo hallarlo,
pudo ser milagroso, para
vos, que eres creyente,
que ni el escrupuloso pecado,
te intimida,
por un ser, que te resulta
tan exacto.
Es incomprensible, pero suceden encuentros
con la felicidad, atropellando
prejuicios,
alborotando el espíritu,
dejando paso al amor,
instalarse en un corazón
expectante,
y ahí, acunarlo como a un
niño-hombre,
en las marañas venosas de
tu esencia,
emergiendo a un amanecer
de nueva hembra.
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