miércoles, 23 de mayo de 2012

Ofelia Capodacqua-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Dos cuerpos


Los encontré helados, tiritando de frío
en la noche lluviosa, patética,
en el refugio de un zaguán, cubiertos de harapos.
Los encontré en la mañana de niebla
limpiando vidrios en calles peligrosas.
Dos cuerpitos rogando una moneda.

Los encontré ofreciendo flores
frente a coches suntuosos.
Los encontré sin saber que de mi alma
ya nunca se borrarían        herida latente.
Con manos unidas, mi voz tiritaba una oración
y helada me pregunté por qué.
Los encontré comiendo migajas
de manos de un patrañero maestro,
siniestra calle de corrupción, camino al desvío.
La imagen de la justicia soltó la balanza.
En sus manos, pájaros heridos
caen al abismo        como mi corazón.





Buenos Aires

Yo te canto
como gritaron en un canto
los que lucharon contra el invasor.

Como cantaron las mulatas
en el Río de la Plata,
como tu primer payador,
como soldados en la batalla.

Yo te canto Buenos Aires
con mi ronca voz poseída,
como cuando canté en mi niñez
a nuestra bandera.

Te canto a tus mañanas iluminadas,
recordando mi juventud,
cuando las cruzaba en busca del tranvía
camino al trabajo.

Te canto con el alma,
como canto de rodillas
frente a tus altares,
con mi voz enronquecida
por orar infundiéndote renacer.

Con la misma voz
con que canté
en las noches de tormenta
cobijando a mis hijos.

Con el corazón te canto
de las manos de mis nietos
en la ronda preferida,
enamorada de ti, ciudad querida.



Mi muy amado


Un día te amé.
¡Oh, cómo te amé!
Mi muy amado,
un día te puse en un altar
y te amé como a Dios inalcanzado,
gran pecado entre todos mis pecados.

Un día te sentí superior, inigualado,
un sabio que en los laboratorios
de largas soñolencias
vive del mundo aislado.

Un día te amé.
Como un niño entre mi regazo,
cobijado, inocente y asustado,
acaricié tu rostro, besé tu boca,
mi muy amado.

Un día
oh, día terrible de verdades,
¡mi Dios!
Era un hombre con todas sus fealdades
y mi sabio sólo era un  nulo
de toda sapiencia.

Pero aún te amo
pues si que eres un niño asustado,
desprovisto de toda conciencia,
lo tienes todo y te sientes nada,
mi muy amado.








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