SOMBRAS NADA MÁS
Las calles
del barrio forman parte de mi vida. Siempre camino sus veredas llenas de casas multicolores, empinadas,
como si no quisieran nunca mojarse los pies estando tan cerca del río.
Los
adoquines irregulares las hacen parecer de una época anterior. Quizás ochenta años.
Aprovecho
las horas de sol para llevar mi cuerpo a dar un paseo.
Y me
divierte incomprensiblemente ir con mi sombra delante cuando el sol me empuja. Si me encandila, la pierdo. Ahí es cuando más
siento la soledad que me acompaña. Cuando mi sombra desaparece…
En la calle
Caminito le di el primer beso. Por muchos años fuimos una sola sombra caminando
estas calles.
A ella le
encantaban los cuadros de Quinquela Martín.
Llegábamos
a la Vuelta de
Rocha y nos sentábamos para admirar los reflejos de los barcos multicolores en
las negras aguas del Riachuelo.
Ella me
contaba historias inventadas de marineros y capitanes.
De barcos
cargueros y viajes por mares lejanos.
Ahora ya no
está.
Pero igual voy
con ella. Con mi sombra y con ella. Pero ella no proyecta sombra. Solo llena
de sombra mi alma. Y nada más.
Nos
habíamos conocido en primer grado. Entonces los ojos no veían más que lápices
de colores, delantales blancos y chupetines.
Cuando le
confesé mi amor me contestó que siempre lo había sabido.
Y fuimos
novios. Novios sin sombras.
Pero la
muchachita aquella que llenaba mis noches de insomnio y mis días de felicidad
partió. Sin decir nada.
La seguí
esperando. No me moví del barrio. Salgo a caminar todos los días aguardando verla
aparecer.
Mi sombra
ya no es lo que era cuando ella se fue.
Poco a poco
comencé a ver que se transformaba.
Se volvía
más pequeña. Casi insignificante.
Esa no es
mi sombra. Es la sombra de otro.
Se ve
encorvada. Y se mueve muy lenta.
- Tengo una
sombra que arrastra los pies - Sonrío
cuando lo pienso.
Ahora es la
sombra de alguien que ya no sufre. De alguien que quedó sin sentimientos.
Las calles
se vuelven transparentes y mirando fijamente las negras aguas del río, veo
reflejados los barcos de Quinquela.
Y en uno de
esos barcos, se hunde mi sombra.
Tristísimo y hermoso. No me equivoqué cuando te puse en la lista de mis escritores vivos preferidos. Un abrazo. Marcos.
ResponderEliminarMartita: me dejaste asombrado con la belleza de tu cuento, tanto que me obligaste a salir de entre las sombras para contarlo.
ResponderEliminarDario Reyes
Querida Marta, otro cuento que empaña mis ojos, y no con la niebla del Riachuelo.¡Hermoso!
ResponderEliminarLa redacción del nacer de la sombra junto al morir de ella , lo relatas con simples palabras llenas de música y de colores, como son los cuadros de aquel delgado y respetuoso pintor, definidor y creador de una zona como la BOCA.
ResponderEliminarAbel Espil