lunes, 23 de julio de 2012

Necchi Dorado-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2012

Mirada desde el ombligo


Vivió su historia mirando pasar la vida desde el centro de su propio ombligo. Se sintió Atila y un poco lo logró, donde pisó fueron quedando fragmentos de historias aunque la hierba igual siguió naciendo. Lo único que supo compartir fue ese veneno fluyendo de su respiración atragantada. Todos fueron malos desde su universo corroído, todos falsos, todos perversos, todos traidores. Menos una, por supuesto.

La que tiene un ojo en el ombligo.

La vida la engañó, según dijera ella y pretendió extender el fraude traspasando los límites de su propio autocastigo.

Me partía el alma ese espectro cabizbajo pululando entre las flores que aún sin agua, sobreviven estoicas entre las dunas. Sentí pena por ese fantasma que tras sus pasos fue sembrando acíbar, mientras caminaba hacia la iglesia donde algún dios descolocado, habría de salar su herida purulenta


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