Serenata
deshilvanada
Cualquier noche
puede ser
un epitafio
abandonado
en un cementerio
parque
con tumbas
prolijamente
coquetas
que albergan
a difuntos
esmirriados
y de esmoquin.
Cualquier noche
puede ser una
crisálida
con un feto de
mariposa
que espera,
confiado
su momento
puntual.
También puede ser
un zapato
plateado
olvidado por su
dueña
y que ahora,
reposa,
huérfano de su
par,
sobre una caja
vacía.
Y por qué no,
una palabra
obscena
que dejó escapar
el exceso de un
vino rancio.
Una noche cualquiera
puede ser
un paraguas
abandonado,
como todo
paraguas que se precie,
un trozo de pan
mordido,
alguna decepción
que nadie quiere
recoger,
el reflejo
de una ventana
entreabierta.
Un maullido en si
menor
que espanta la
última gota
de un chubasco,
mientras los
desperdicios
se alinean
para esperar su turno
de recolección.
En fin,
cualquier noche
puede ser un
vagido,
un estertor,
un suspiro
colgando de la
luna
en cuarto
creciente
y también
una pesadilla.
Pero como todo
mal
nu dura cien
años,
la tierra puja
tres veces
y un sol rojo
berrea
sobre el
hemisferio sur
mientras en el
norte,
la luna
se acomoda en su
cuna celeste.
Del libro "Puntos suspensivos"-La luna que-2007
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCualquier noche...puede ser la adecuada para pasarse por este gran poema para deletrearlo plenamente...mientras...la luna se acomoda en su cuna celeste. Me ha encantado. Felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos
Qué bueno encontrarte por acá, Betty. Mi felicitación por el poema cuyo sentido siento compartir.
ResponderEliminarAbrazo. Ricardo