Roger Vadim
Hace
un año que no la llaman de ningún canal. Llama ella a algún ejecutivo, la
citan, intima, pero no la incluyen en programas. No entiendo lo que pasa. Ahora
estudia canto. Algunas empezaron como ella y llegaron a ser figuras. O
impactaron con un aviso filmado. Intervino en varios, pero no resultaron un
boom. Y en dos largometrajes. En el dramático, la desnudaban varias mujeres
presidiarias y la gozaban. En el otro, se desvestía con morosidad en la pieza
de un albergue suntuoso mientras un actor de reparto, ridículo, la esperaba en
la cama cubierto con una toallita. Además posó para la tapa de un long play y
para fotonovelas. No es estúpida. “Sé que la mayoría se queda en el camino”, me
dijo. Pero no encuentra en sí las fuerzas suficientes para torcer el rumbo.
Tendría que partir de cero. De otro modo . Tal vez, el canto.
Entró
al mundo artístico a los diecisiete años y por la puerta grande de la
televisión. Su madre había logrado un contacto con el productor del show de Toto
Alcalá, y allí lució su primer bikini con lentejuelas. Al insinuársele Toto,
ella le deslizaba con ingenuidad: “Me dejaron solita y usted no me inspira confianza”.
Se hizo notar y en Radiolandia y en Antena le adjudicaron romances con un
tenista, un locutor de radio Belgrano, un jugador de fútbol, el hijo del
propietario de un boliche de moda, y el más promocionado, con un cómico en
pleno candelero. Hizo carrera (carrerita) sin esfuerzo. Supo imponerse. Tiene
las formas y da el tipo que excita. Su estilo contorneado gusta siempre y a
todos. No es tan tosca como otras chicas del ambiente. Incluso diría que no le
falta sensibilidad. Conserva cierta frescura porque no ha renunciado a su
familia. Y la estimulan. Es en el estudio del canto donde en la actualidad
deposita sus ilusiones de perdurar, de trascender. Quisiera dedicarse a
interpretar temas melódicos. Sueña con su propio ciclo. Posee mejores
cualidades que muchas. Debe animarse a largar la voz, de por sí, entonada.
En
algo estuvo en el último año. En su casa mintió que eran comerciales para
Venezuela. Pero eran fotos. Para almanaques. Fotos pornográficas con
maquillajes estrambóticos. Le costó desinhibirse pero era buen cachet y le
aseguraron que no se distribuirían en la Argentina. Le sirvió para sentirse
activa y requerida mientras aguardaba una oportunidad.
Procura
engrosar su vocabulario, no pronunciar palabras groseras o inadecuadas y
refinar modales. “Pretendo que me respeten”, dice. La comprendo: una cosa es el
espectáculo y otra muy distinta la cotidianeidad. Por eso es que estudia canto.
“Me pulo”, dice. Bah, aprende. Si aparecieran bolos como actriz para tiras o
una propuesta como secretaria de algún conductor de programas de
entretenimientos, lo aceptaría. Más adelante, ya verá. Depende de ella. Y de la
suerte, de las circunstancias. Le adelantaron sotto voce que tratarían de ubicarla para protagonizar un filme de
“sexo explícito”. Y que también se distribuiría fuera de nuestro país. Me da la
impresión de que rechazará la cosa. “No quiero encasillarme”, me dijo. Por mi
parte, le ofrecí un apoyo más comprometido. Ayudarla a crecer. Lo está
pensando. No sería la primera que se afianza en base a mi experiencia,
conexiones e iniciativas. Y ella lo sabe. Siempre tuve buen ojo: clínico.
Desplegaría su potencial. Me necesita. Y me conmueve lo bastante. Sé donde hay . Para mí, vivificante desafío.
Pudiera constituirme en su Roger Vadim. Sería delicioso y apasionante. ¿Cuán
maleable, plástica en mis manos, con mi perspicacia? Que lo piense … , que lo piense.
Y le ofreceré aún más. Le ofreceré venirse a vivir conmigo: una relación
estable. Para su familia, demás está puntualizarlo, inequívocamente, sólo seríamos amigas.
¡ buenísimo! actual, con un final posible. sos excelente narrador.un abrazo rolando. susana zazzetti.
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