lunes, 24 de septiembre de 2012

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2012


     PRIMAVERA


Villa Devoto padeció el granizo, acompañado de fuertes vientos . Los Helguera se apoltronaron aún más de lo acostumbrado, en su pequeña casa del Pasaje Mónaco. Los dos eran artesanos que hacían carteras de cuero de carpincho . Venía todos los viernes Gabriel, se las retiraba pagándoles en efectivo . Aquel último retiro a fines de mayo - sin tener mucha confianza -  les adujo al verlos muy solos , que  debía crecer la familia. Manuela y Federico Helguera  al quedarse solos se miraron uno al otro . Se abrazaron profundamente y Manuela lloró sobre el hombro de su ser  amado. Se fueron a dormir acompañados por un total silencio . En sus almas había tanto dolor .Cinco  veces llegaron a la  cercanía de los nueve meses, pero Manuela padecía una pérdida extrema, padeciendo por consecuencia, la ausencia del futuro ser esperado .
Los médicos no lograban detectar qué sucedía en el organismo de esta dulce mujer.
Fue él , quien tomó la decisión de detener los intentos. Algunos especialistas les habían dicho que ya corría peligro de vida  .No les aconcejaban que insistieran .
Al amanecer, durante el desayuno, Manuela tomó de las manos a Federico y mirándolo a los ojos le dijo : ¿ No crees que necesitamos que esta casa se llene de alegría?, ¿que escuchemos mamá y papá ?,¿ que si quiere continúe algún día  nuestro humilde trabajo.  Federico, aún hay algo más fundamental  que todo lo dicho ¿ no sentís que tenemos los corazones cargados de amor ?
Él calladamente la observó . Le retiró las manos y le tomó sus mejillas : ¿ sabes porqué me enamoré de vos?
Porque sos un ser  sabio.
¡ Vayamos a buscarlo!

4 comentarios:

  1. Un relato tierno, cargado de sentires propios de este tiempo, donde la alegría, la esperanza y la pasíón despierta los amaneceres.
    Lindísimo, un abrazo, Laura.

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  2. me emociono....sacando las profesiones,..conoci una historia muy parecida al relato tuyo....jorge paracca

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  3. Abel: El apellido Helguera ya es un clásico en tu obra. Nunca te pregunté el porqué pero me gustaría saberlo. El relato es precioso y muy tierno, además tiene moraleja. Un abrazo y felicitaciones. Marcos.

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