SEPIA 10
Amanecer blanco
fisuró la cúpula de alabastro
y la alfombra de oración
quedó iluminada.
“En el Nombre de Dios
graciabilísimo, misericordioso”
la voz monocorde del almuecín
lo hizo vibrar
fuera de la revelación
se sintió semejante al cero.
Tendido
la barbilla entrecana
tembló ligeramente
sobre el tapiz gastado por plegarias
mientras las manos palpaban con ansia
en la trama
hechizados nudos oro verde.
Evocó el jardín de la madre
muralla de rosas
con el canto de las fuentes
aquella fragua del padre
golpeteo de martillo lacerante.
Toda la infancia en sus pupilas.
Como eclipse sin anuncio
un pueril miedo lo atrapó
dentro de la red
de vivos fantasmas sus dedos
pidieron una nueva pulsión
y lloró.
Si por él fuera
nunca hubiese ido tan
atrás.
del poemario “Hombres en Sepia” ( editorial NuevoHacer 2000).
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