El osito gris
«Por
fin salió de la habitación, ¡que humillación!, visitar a mi primer nieto como
si yo fuese una ladrona, mas estoy convencida que mi hijo debe madurar y
mientras él no aprenda a vivir debo darle espacio, espacio para pensar, para
valorar su familia, en definitiva para crecer.
Aprovecharé para entrar a conocerlo.
¡Es
una belleza! Un delicado cachorro humano, frágil y fuerte, como sólo un recién
nacido puede serlo. Lorena está muy cansada, casi dormida, no la voy a
molestar, a ver guagüita ven conmigo, mírame soy tu abuelita, cómo vas a
llamarme cuando aprendas a hablar, lo
importante es que te amo desde siempre y
te apoyaré para que seas un ser maravilloso, ojalá puedas caminar sin problemas en tu viaje de la
adolescencia te cuento un secreto: ese es el tramo donde se generan los desencuentros.
Cariño quiero que sepas que tus padres te aman más que a todo y aunque a veces
te parezcan incomprensibles solo desean tu bienestar».
Mientras
la mujer mece al niño en sus brazos y le susurra palabras al oído, Lorena se ha
despertado:
_Tía,
viniste a vernos, Esteban salió un momento
regresará pronto -una mano cariñosa acaricia el rostro de la joven:
_Descansa,
mi niña, descansa, vine a ver cómo están,
con mi hijo conversaré... - aquí hizo un leve encogimiento de hombros _cuando
pueda…
Lorena
está contenta de ver a su suegra, desde que ellos habían discutido, meses atrás,
no se visitaban y Esteban, soberbio, no se molestaba en comunicarse, la
castigaba con su silencio. Esperaba que el nacimiento del niño produjera un
acercamiento, amaba a su esposo, sabía que todo se le dio fácil en la vida, en
realidad su único esfuerzo había sido abrir la boca para que se la llenaran,
tanto consentimiento ahora incidía en la relación con su propia madre. Era un
esposo maravilloso y todo parecía indicar que sería un buen padre, la verdad
nunca entendió por qué con su madre no lograban llevarse bien. La feliz abuela
carga al niño, mientras le canta parece
recordar algo, lo deja en la cuna y hurguetea entre sus ropas, pasándole un
paquete de papel con cintas de colores, Lorena abre el regalo y se encuentra
con un osito vestido con primor, lo mira
con ternura, su suegra tiene esas manos mágicas:
_El
traje se lo hiciste tú, ¿verdad? -La
mujer hace un gesto de complicidad, la joven está cansada y cierra los ojos, la
luz de la habitación ha disminuido, casi no se ve, se sienten pasos y entra Esteban, la abuela queda envarada, se le
llenan los ojos de lágrimas, observa a su hijo, quien, ignorándola, pasa por su lado y toma al niño en brazos.
En
la mente del joven como una ráfaga se presentaron los recuerdos «¡Ya lo sé! ¡Ya
lo sé! ¡Siempre tienes razón!, no hay forma de conversar contigo mamá». Mientras da un portazo y se aleja, caóticas resuenan
las palabras en su mente “...Siembra vientos...
...El día que tengas un hijo en tus manos, recuerda lo que hemos
conversado...”», y lo recordó todo, fue como si viese muchas situaciones por
primera vez, con la óptica que solo un padre puede tener, y entendió, por fin comprendía;
la emoción lo embargó y durante un rato las lagrimas corrieron por su rostro;
ya más tranquilo pasea a su hijo y evoca a su madre, tal como la vio ese día,
sentada en un sillón cosiendo un trozo pequeño de cuadrillé azul. Decide que no
es bueno dejarse ganar por la tristeza, dejando a su hijo en la cuna seca su
rostro y habla a su esposa:
_Lorena,
mi amor, regresé ¿cómo te sientes?
_Bien,
bien -dice ella medio amodorrada, y agrega: _vino tu mamá, tiene muy mal
aspecto, se ve muy delgada aunque feliz
de tener a su nieto en brazos. Habla con ella, no es posible que por tonteras
estén alejados, más ahora, que
tenemos un niño, él necesita a su abuela.
La
mujer mira a este hijo tan díscolo que resultó,
fue responsabilidad suya, su amor fue tan grande que la inhabilitó para corregirlo,
ante sí lo reconocía: no fue una buena madre. ¿Cariñosa? ¡Si! ¿Consentidora? ¡Sin
dudarlo!, pero ¿buena? lo que se llama ¿buena?…
Esteban
enciende la luz, una sombra se aprecia en sus ojos, habla tranquilo, su voz
tiene un dejo ronco:
_Lorena, mamá falleció hace varias semanas... decidí
no decírtelo hasta que naciera el niño, con ello evité que les ocurriese algo
malo. -Lorena lo mira sin entender, El hombre continúa:
_Sufrió
un accidente cardiovascular, fue
fulminante, cuando llegué al hospital no
podía hablar, ocurrió la noche del último día que nos vimos -Lorena lo
interrumpe:
_Estas
en un error, vive, nos vino a visitar, tomó al niño, me acarició -Esteban con
calma le toma las manos:
_Imposible,
estás equivocada, con seguridad vino una enfermera mientras dormías y te confundiste.
La
abuela escucha atenta y trata de recordar. El día que discutieron él se marchó
muy enojado, ella terminó de coser, vistió al oso y lo envolvió para regalo,
luego en su habitación de tanto pensar y con la tristeza que la corroía,
comenzó a sentir un dolor profundo entre el pecho y la espalda, tan fuerte era que
le dolía al respirar, hasta que se
sintió desvanecer. Desconocía cuánto tiempo pasó en ese estado, aún esforzándose
no recordaba, solo tenía una idea en mente ella no podía irse, no sin ver antes
a su nieto, a ese niño que ella soñaba con tocar, a ese niño que sabía no era
suyo y nunca lo sería, pero lo amaba desde antes que estuviese concebido, lo soñó,
jugó con él, lo vio, lo meció. ¡No! Dios
no podía quitarle eso, solo quería verlo, conocerlo, tocarlo. ¡Señor dame un
día!, ¡una semana!, ¡un mes! Otórgame el tiempo necesario para sentir que mi
vida tuvo sentido. Él, había cumplido, tuvo a su nieto en brazos, lo besó,
meció y hasta le cantó; ahora sin dolor ni apegos debía partir.
Lorena mira la cuna, ve algo, indicando al
niño dice:
-Si
no fue tu madre dime ¿quién trajo ese
regalo? -Esteban palideció al ver un osito gris, vestido con un diminuto traje
de cuadrillé azul.
Conmovedora historia de amor. Creo que las abuelas nunca parten del todo.
ResponderEliminarUna entrañable historia compañera, cargada de mensaje que nos hace reflexionar sobre la expresión de los verdaderos sentimientos..
ResponderEliminarAbrazos, fue un placer leerte.
HERMOSA HISTORIA , FELICIDADES
ResponderEliminar
ResponderEliminarHERMOSO RELATO, TIENE DE TODO PERO IMPERAN EN EL LAS SENSACIONES MAS PLENAS QUE UNA MADRE VIVE POR SUS HIJOS... Y EL FINAL ES PERFECTO. ME ENCANTA!! un beso