BARRIO DE BELGRANO
Aquí le traigo las
llaves de la casa de Belgrano, del caserón de tejas en el que nací, crecí, fui
feliz jugando a inventar el mundo en una magnolia.
Cuando un tren
cercano me dejaba la ilusión de salir a buscarlo para recorrer en él, el
sendero de las esperanzas.
Caminar las cuadras
que me llevaban al otro viejo caserón, tenía ese qué sé yo, ¿vio?
Al llegar y
traspasar el portón de hierro, coronado de rejas, entraba al futuro; era un
paso más para lograr aquello que me había propuesto. En los días de la
infancia, los juegos anticipaban tal propósito. ¿Qué niña no jugaba a “la
maestra”? ¿Quién de nosotras no abrigaba el deseo de que el tiempo pasara
rápido para convertirnos en “señoritas”? Señoritas en edad y en profesión;
porque obtener el título de maestra era eternizar a la señorita.
Desde entonces,
siempre fui “señorita”. Dicen que la distancia es el olvido, pero, de vez en
cuando, compruebo que no es así. Al esperar que el semáforo me dé luz verde,
alguien me saluda: -¿Cómo le va, señorita? ¿Se acuerda de mí? Soy fulano de
tal. Sentada en el colectivo, una muchacha se ubica a mi lado y, otra vez:-
¿Señorita? ¿Se acuerda de mí?, soy…
Ya recorrí, de ida y
de vuelta, el valle y el volcán. Fuimos dos, vivimos sin después, ni adiós, sin
temor.
Hoy, pongo en sus
manos este manojo de llaves, sin dolor, sin lágrimas.
Sé que en poco
tiempo, allí se levantará un edificio de varios pisos y que usted y quienes lo
habiten , habrán hecho un buen negocio. Y la historia se repetirá: niños y
niñas creciendo, soñando, dos que se amarán, dos que dejarán de amarse. Algunos
partirán en busca de otro horizontes, otros, lo harán para siempre. Como el que
comencé a extrañar y que por ello me decidí a vender la casa en la que todo fue
tan simple, claro como el cielo. ¿Sabe? Solamente una vez, amé en la vida. Le
parecerá una antigüedad, y… sí…eran otros tiempos, tiempos de casas grandes,
con un patio grande, un aljibe en el centro, una magnolia, debajo de la cual,
nos embriagábamos con su perfume y nos enamorábamos.
Tanto tiempo
disfrutamos de ese amor y cómo lo he comenzado a extrañar ¿Ya se lo dije,
verdad?... No lo molesto más, suerte en su negocio. Buenas tardes.
Camina por
Juramento; entre el torbellino de sus pensamientos emergen los versos que
aprendió en la Escuela
Normal: “Por Juramento, juramentados/ los dos amantes van de
las manos…”
Llega a destino,
entra en la inmobiliaria en donde la recibe, con amabilidad y cortesía, el
dueño del comercio.
La invita a
sentarse. Ella, extrae de su cartera un ramillete de hermosos recuerdos.
-. Aquí le traigo
las llaves de la casa de Belgrano.
Nina,
ResponderEliminarEmocionante nostalgia llevada a las palabras. Muy bueno
Luis Siburu
luissiburu@hotmail.com
22.11.12
Me encantó Josefina, tenemos en común eso de " se acuerda de mi señorita ? ", que nos emociona y nos alegra. ¡Querida colega mis felicitaciones !!!!!!!!!
Señorita:
ResponderEliminarMe encantó la nostalgia de su cuento, tan bien acompañado con frases de canciones. ¡Todo...todo cambia!
Nina!!!!! que hermoso relato, lleno de emoción, que trasmitís al leerte y te acompaño en tu nostalgia con algunas letras de tango. Me encantó Nina!!!!!
ResponderEliminarBesosss Jóse