El collar de perlas
Sábado. Las chicharras todavía cantan sobre la vejez
del día. Laura busca una y otra vez en el placard, la ropa que se pondrá a la noche para ir a bailar con sus amigas.
Elige un collar, el más lindo, quiere lucir bien, tiene la esperanza de
encontrar a Julio. Piensa en él y la emoción le camina por su cuerpo ¡Le gusta tanto! A pesar de que él le haya dicho que no
puede existir nada entre ellos, ella
sigue tejiendo sueños.
Sentada
en el club con la mirada atenta, lo busca, las horas pasan y a ella la angustia le palpita en la boca del
estómago. En un momento le parece verlo en la barra del bar. Se levanta, camina
unos pasos y desilusionada vuelve a la
mesa. Es tarde y él no llega. Se despide de sus amigas
--- Te vas en lo mejor, todo por que Julio no viene ¡qué tonta ¡ ¡ Sacatelo
de la cabeza! Laura no quiere escuchar a la amiga.
Camina hacia su casa, desmigando sus penas. El canto de los grillos hurga la noche, el viento mueve los focos de luz de la calle dibujando círculos en el asfalto caliente. Desde
el club le llegan retazos de música. El viento le acerca el olor a tierra
mojada, los relámpagos fisuran la oscuridad. Los ladridos de los perros la detienen; vuelve su mirada y por un momento
se atreve a pensar que puede ser Julio que la viene siguiendo, pero no, sigue
caminando. En el silencio sus pasos suenan huecos, extraños, un escalofrío la
envuelve, cruza los brazos sobre su estómago como buscando protección. Llega a
la casa, cuando está abriendo la puerta alguien la toma de atrás, con un brazo le aprieta el cuello y con el
otro le tapa la boca y la empuja hacia a dentro. Escucha el golpe de la puerta
cerrándose a sus espaldas, siente el collar desgranarse entre la blusa. Cada
vez es más fuerte la presión, no puede
respirar. Araña el aire sin poder encender la luz. Se le aflojan las piernas y
llega el desmayo.
Un
trueno la sacude. Está tendida en el piso, quiere incorporase y no puede. No recuerda qué le pasó. Se palpa su desnudez como si no
le perteneciera. Estira la mano, toca el cubrecama, se lo tira encima y de pronto
llegan los recuerdos como brasas y el
llanto le nace desde las tripas.
Ha comenzado a llover, las gotas
pegan en el tragaluz y quedan bailando en el borde, son redonditas y brillan
como las perlas de su collar que están esparcidas por todo el piso. Como puede
se levanta, se siente sucia, piensa que nunca se lo contará a nadie por temor
de que Julio se entere.
A la tarde llegan sus amigas de
visita, la miran raro, burlonas.
-- ¿No tenés nada para contarnos ---pregunta una de ellas y ante el
silencio de Laura le dice:
----Mira la mosquita muerta. Ya lo sabemos.
Anoche lo vimos salir de aquí, casi corriendo
Etel!!!! que bueno que está!!! sorpresivo final.
ResponderEliminarSos muy buena cuentista!!! tendrías que enviar a concurso tus cuentos q son tan buenos.
QUE TENGAS UN HERMOSO 2013
Besosss
Cariños Jóse