MAÑANA
Mañana comenzaré
a vivir el primer día de mi futuro.
Dejaré atrás este
presente para trasvasar la nueva puerta sin cargas ni mochilas.
Nada quiero
llevar, sólo este sutil vestido, estas ojotas con flores entre mis dedos, la
trenza larga, abundante, prolijamente enlazada, y el alma pura, impoluta, como
la que traje cuando vine a conocer este mundo.
Tampoco llevaré
riquezas ni costumbres. Necesito sentir nuevamente la capacidad de asombrarme,
confiar, reir y disfrutar de las pequeñas grandes cosas de la vida y que hasta
ahora no vi.
No usaré relojes,
no soportaría ni horas ni horarios.
Sólo le pediré al
sol, que corriendo por el cielo, me susurre en la piel el sentir de la mañana
con su brisa fresca y el trinar de las aves saludándose entre ellas en una
clara señal de convivencia.
Que cuando me
abrace el cuerpo acariciándome con vehemencia sabré que ha llegado la tarde.
Y luego, si me
inunda de silencio el alma, bañándome con el perfume de sándalos y glicinas y
me regale la paz inigualable, la quietud, la sensación de infinitud, de
asombro, de descanso, sabré que por fin ha llegado la noche.
Me sentaré en el
porch de mis recuerdos mirando a la dama de plata de rostro triste y peregrino
_aunque sumisa en su eterno deambular_ y le pediré a esa eremita de la noche me
dispense con su polvo de estrellas haciendo que olvide pasado, costumbres,
sensaciones, deseos.
Quiero empezar el
primer día de mi futuro de la misma manera que lo hice el primer día de mi
pasado, quizá entonces logre aprender a vivir y a ser felíz.
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