Halloween
Don
Guillermo, con su paso lento entró a la carnicería, pocos segundos pasaron;
antes que largara la frase que desencadenó una lluvia de opiniones dentro del
comercio –Todos los pibes están buscando máscaras para celebrar Halloween ¡Mi
madre! ¿Dónde se metió la tradición Argentina?-
Doña Julia,
que no perdía la ocasión de darle la contra en todo a su vecino, lo espetó
diciendo - ¿No sé que le molesta que los
chicos se diviertan? No le hacen daño a nadie-
Ahí, ya se veía venir el relato del hombre, con
lección de historia, para completar su opinión –S e ñ o r a-dijo enfatizando la
palabra-daño no le hacen a nadie más que a ellos mismos, ¿Y sabe porque? –Sin
esperar respuesta siguió diciendo-Porque están haciendo una fiesta que no es
tradición Argentina, es de otro país, en el nuestro estamos perdiendo nuestras
tradiciones, para seguir las de otros Lares, que nada tienen que ver con
nuestra cultura, no digamos nada de religión, porque cada uno es libre de tener
o no alguna creencia, y no importa si es paganismo o no, pero siguiendo
costumbres extranjeras nos estamos quedando sin identidad, y estos chicos que
se están formando ¿le parece que no se hacen daño a sí mismos, perdiendo su
identidad, copiando tradiciones que no le son propias?-y añadió- ¿Quién de
todos esos chicos sabe lo que se festeja el 10 de Noviembre?-
Doña Julia
iba a abrir la boca para contestar, pero Don Guillermo que ya tenía su compra
en el bolso y la había pagado, sin esperar contestación y meneando la cabeza se
fue del negocio mascullando –Ja… así vamos, así estamos, todo está bien
mientras sea ajeno, pero si hay alguno vestido de gaucho en la calle, le dicen
disfrazado, ja.
Lluvia
Desde el
Sur
llegan
nubes grises azuladas
presagian
que su peso diamantino
dejará el
brillo en las aceras,
un río hasta cordones.
Oscuridad
de otoño
frío
invernal.
Brotes y
azares
de la niña
primavera
demorando
su arribo.
En el
frente
grises
soldados
apuntan
con el aguacero
sus balas
cristalinas
caen sobre
el verde naranjo
las bebe
de un sorbo
agradecido
sediento.
¿Será, qué
será?
Será porque no tiene una vida emocionante
será que lo vivido ya es viejo y por ser viejo
será por no mostrar ese tema del amante
será que aquel escrito tan suyo salió añejo.
Es como un ánfora perforada y muy vacía
está sin los recuerdos que ahoga en vaso y vino
Jamás podrá ser Amado Nervo su poesía
Camino sin las huellas que marcan un camino.
Dormida sin remedio su mente se quedó
Sin droga
anestesia la esperanza que murió
el tema por mil veces, diciendo lo
enredó
Repitió las
palabras, el loco repitió.
tan loco en su locura durmió al sueño y perdió
los versos más hermosos que nunca nadie vio.
Luz y
oscuridad
Los
espasmos de la noche avanzan
se diluye
la vida
mientras
los zombis se mueven al ritmo frenético
de la
danza
en otra
locura noctámbula
Cuando la
noche entra en estertores
el
insoportable sonido despierta
una
carrera mortal sin línea de llegada
agita a
los sobrevivientes del ocaso
en la
búsqueda INEXA
del
bienestar maloliente
sostenido
en un andamio de papel y metal.
inconexo
con los lazos
del alma
que vive
sin prisa en el limbo de
la
ilusión.
En su
giro, cae nuevamente en tinieblas la luz
para que
el agitado duerma
y el
bailarín despierte.
Tormenta en la
noche
Rumorea
el firmamento tormenta
El
rayo surca la oscura noche
Bramido
del furioso ventarrón
ruge
potente un trueno
descargan su llanto las nubes negras
mientras
la flor se acuna
mientras
los niños duermen.
Lento
viaje de la noche.
El
alba de gris se viste
los
sapos croan en el badén.
Febo
juega a la escondida
tras
la nube oscura, que intenta partir
gana
el cielo la batalla
el
azul y el sol brillan en él.
Despiertan
los sueños.
Despiertan
los duendes
y
todo se hace canción.
Los años ¿Se van o vienen?
Don
Guillermo sacó su silla a la vereda,
Doña Julia ya estaba sentada a la sombra.
El calor
era sofocante.
-¡Que grande
está el nieto de Dalmira, como se van los años!- arrancó la vieja por decir
algo.
-Los años no se van, Doña- contestó él.
-¿Cómo que no? mire como se fueron para nosotros.
-Le digo que no se van- insistió él.
-No, claro, usted todavía tiene veinte ¿Verdad?
-¡Mire que es terca, mujer!-contestó él- si los años
se fueran, yo no tendría ochenta.
-¿Qué le agarró a usted, el mal ese en que se pierde la memoria?- dijo la
vecina ya molesta.
-¿Por qué, por pensar y discernir que es lo que pasa
con los años?- preguntó él.
-Bueno Don, a ver si me dice que piensa, porque voy
a creer que está medio… medio.
-Los años no se van-volvió a decir Don Guillermo.
-Explíqueme entonces ¿porqué ya tenemos ochenta?
-Porque los años vienen- intentó explicar el hombre.
-Ah bueno, vamos mejor-se burló ella- ¿cuál es la
diferencia en que vienen o se van?
-Cuando cumplí los ochenta, los ochenta no se
fueron, si se hubiesen ido todavía tendría setenta y nueve.
-Ay que mareo, hombre-
-Pero es fácil mujer, los años vienen y se quedan,
por eso los vamos sumando, si se fueran, los restaríamos-
Doña
Julia, se levantó de su silla diciendo
–Voy a tomar
una Aspirina, ya vuelvo-
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