A esta tarde la huyo hacia mi
monte
y me he huido de mí muy
tempranito,
sabedora de locura y atropello,
golpetea temible el tamboril,
aquí
entre arbolillos ahora me
complazco.
¿Soledad, te derramas con un
debussy
en preludio por el caudal de la
hojarasca?
Seguro estarás al alba de lo
incierto
cuando yo parta, esa insondable
separación,
sé que no podré huir si presurosa
viene, la que me cercará con
mirada fija.
Muy arriba sobre mi monte
un párpado cerrado se abre con un
guiño
y al instante llega ese
pájaro fronterizo
que chifla, clama rendición,
despeje.
Pájaro del arbusto más cercano,
si vinieras junto a mi corazón,
huésped
si hundieras tu pico en mi misma
boca
para juntos aspirar la voluta del
aire
final. Ya que tu plumaje vuela y
yo,
infeliz de mí no puedo, te ruego
sostenme ceñida a tu volar.
Volada me quiero en torrencial
fuga de pájaros fulminantes,
y no este escarabajo torpe
que con penas pugna hacia lo
intangible.
Mi bosquecillo es sólido,
umbroso,
límpido su verdor de agua sacia
complaciente me adormece.
s/t. del libro “Damero para un cuerpo”
La muerte que nos acecha pero que resistimos con esa imagen del pájaro que fuga hacia otro horizonte y nos transporta. Hermoso poema , Michou
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