Paz
Sensaciones bellas del nuevo ciclo que acompaña,
crujientes maderas de barcazas en los muelles,
zigzagueo de insectos en las luces de los faros,
nebulosa temporal denotando el nuevo día.
Amanece…
y la llovizna acompaña acrecentando
la humedad incesante de ese día.
Herrumbrados cordeles desmoronan cadenas conductoras,
redes y sogas rearman un incesante juego
de jalar y aflojar arriando multitudes de peces coloridos.
Solo el rumor y chillido de las aves,
la mudez o las cortas ordenes de los hombres
tras suspiros o ronquidos indulgentes
dan por sentado que el laborioso día ha comenzado.
Bandadas de aves migratorias dibujan sendas espaciales,
el horizonte brama con rojizos lamparones curvilíneos.
El agua fluye por los costados de las barcas.
Los pies desnudos chapotean en el lodo.
Una mañana más, una cualquiera,
una hermandad de paz en el jornal de hombres trabajando.
Hoja
en el viento
Blandos
médanos
precipicios
encumbrados
roca
y arena
grumos,
terrones,
barrancas
imprevistas.
Inserta
en un paisaje irrepetible
ambulo
en la larga noche iluminada
por
la blanca luna
el
aire fresco mantiene mi vigilia.
Mi
asombro, mi siembra
solo
busca una mirada
una
única mirada,
que
es la tuya.
Serpentean
líneas naranjas
en
el ángulo oponente detrás del horizonte.
Cruzan
el aire una bandada de caranchos
la
variable línea que dibujan sus siluetas en contraste,
contienen
mi atención y me distraen.
Tanta
Belleza allí en un momento,
tanta
dicha y a la vez desesperanza
hasta
no hallarte, así estaré,
hoja
en el viento!!!
Los
nonos
Relieves
sensibles en las vetas de cálida madera,
aristas
frecuentes en los bordes afilados,
contornos,
hendiduras, realce virtuoso de molduras,
herrumbrados
cerrojos, repetición en cadenas,
viejas llaves en el portal de la casa de los nonos.
Aroma
a jazmines envuelven al distraído visitante,
impronta
de cercas pobladas de rosales,
susurro
del agua de la fuente, trinos, sol
cada
cosa es un recuerdo,
cada
árbol, mata, camino sinuoso de empedrado colorido
es
un nombre, un canto, un pronunciamiento.
Helos
allí, en la mecedora,
o
alimentando a las aves libres de las jaulas,
están
allí, en dulce vaivén de idas y venidas por la casa
con
biscochos en bandejas a mi llegada,
con
brillo feliz en sus miradas
brazos
y sonrisas abiertas para el momento del abrazo.
Y
la casa!!! la casa luce tan o mas vieja que sus dueños,
pero
abrigada, por los ancianos amantes de la vida.
Sostengo
ese candor entre mis manos, pues los amo.
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