ESA,
TU BOCA
No me
quites el sueño,
no me
quites el aliento,
se me
escurren como agua,
cuando
me ofreces tus besos.
No me
quites la certeza,
no me
quites la calma,
se
esfuman como nubes
que
sutiles e incorpóreas,
se
desvanecen mansas,
en
las inmóviles montañas.
Hasta
los volcanes se admiran,
y no
dejan de envidiarnos,
porque
sus lavas se apagan,
pero
nuestros labios…
nuestros
ansiosos labios,
se
siguen deseando.
No me
quites los suspiros,
no me
quites los abrazos,
se
arremolina el vacio,
y se instala en nuestro espacio.
Y las
danzas que envuelven
a los
fuegos sagrados,
se
detienen y nos miran
para
ver si nos besamos.
No me
quites el deseo,
has
que sea prolongado…
para
rendirme despacio,
con
dulzura placentera,
y en
ella… tu boca
perderme agonizando.
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