La mesa de café
_ …!!
_ A mí no me gusta hablar de política –dice Mario- ¡Siempre terminamos
discutiendo y nunca nos ponemos de acuerdo!
_ Querido Mario: te guste o no, todo es política. Cuando vas a comprar
algo, cuando pagás el alquiler, cuando querés cambiar de trabajo ¡Todo es
política! – reflexiona Marcos, que siempre lleva temas de actualidad a la mesa
de café.
Luis se suma al grupo:
_ ¡Salú la barra! ¿Qué talco?
Ambos lo miran sin responder al saludo, esperando que siga con sus
acostumbradas frases hechas. Acusando recibo, Luis se sienta en silencio,
consciente de que interrumpió una conversación importante y trata de
involucrarse con el tema.
_ Lo que pasa –le explica Marcos- es que el gallego nos contó…
_Catalán, coño, ¡Qué soy Catalán! ¡Los gallegos son de Galicia! Lo
interrumpió Joaquín, el dueño del bar, que en ese momento pasaba por
detrás de la mesa.
_ Tenés razón ga…, perdóname. Te decía que el hermano de… Joaquín quiere
viajar a España. El asunto es que no le venden los dólares que necesita;
hablábamos de eso y... una cosa trajo la otra.
_ Es que yo vengo al boliche a distenderme, no a cargar con los problemas
de los demás –acota Mario-. ¡Mirá si les voy a dar la lata con todas las
cosas que me pasaron en la semana! Todos tenemos pálidas, pero la vida sigue.
Es cuestión de cargar las pilas y darle para adelante.
_ Me parece que estás siendo un poco conformista al no cuestionar las cosas
que están mal en la sociedad –arriesga Luis, tratando de ponerse a la
altura de la situación.
_ Siempre que llovió paró – lo corta Mario.
Marcos lo mira de reojo y no dice nada. Luis, viendo que la
conversación no rumbeaba para ningún lado, aprovecha la última frase para
decir:
_ Hablando de eso: ¡Qué tiempo loco! ¿Cuánto hace que no para de llover?
Escuché en el noticiero que tenemos para dos días más y el extendido dice que
va a subir la temperatura, pero el lunes tenemos agua otra vez.
Todos miraron por la ventana como para verificar lo dicho.
_ y, es el cambio climático. ¡Sigamos tirando porquerías a la atmósfera!
Esto se está poniendo cada vez peor –sentencia Marcos.
_ Lo que pasa es que es época del niño. Dicen en la tele que es posible que
siga así hasta fin de año.
_ Será que Marcos tiene razón –dice Mario pensativo- ¿Saben lo que me
compró Mecha? Un desodorante en barra. Dice que Caro le insistió tanto, que
tuvo que dejar el que uso siempre en la góndola del supermercado, porque en la
escuela le enseñaron que los aerosoles afectan el medio ambiente. La mocosa el otro
día me hizo juntar todas las pilas que andan dando vueltas por la casa y
guardarlas en un frasco. Cuando se llene el frasco, me quieren decir: ¿Dónde
carajo lo pongo? Y parece que Mecha se tomó en serio lo de la ecología, porque
ahora junta las cáscaras y la yerba para las macetas, ¡Y guay de que vacíe el
mate en el tacho de basura! Las botellas y papeles van en otra caja, y todo
así. Ah! Y no compra más palmitos para que no se extingan los monos de no sé
dónde. ¡Todo por lo que la nena aprende en la escuela! No, si ahora los hijos
educan a los padres.
_ Mal no está –dice Marcos- los chicos asimilan más rápido que nosotros.
_ Sí, pero ¿Qué hace una puta pila al lado de un derrame de petróleo, que
son toneladas? Ó ¿Un tubito de desodorante frente a la cantidad de combustible
que queman los cohetes espaciales, o la proliferación de centrales nucleares?
¡Esos sí que van a terminar matándonos a todos!
_ Bien Mario. ¿Ahora entendés porqué hay que involucrarse?
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