REINA NEGRA
A Dianke Sane, Senegal
Aquí en la poesía,
primero
la he besado por todas partes
y después
me desafió a jugar al ajedrez;
yo era el rey de múltiples coronas
ella, la reina dispuesta a la batalla
A veces quería matarme
y volvía entre jadeos a la faena,
cara a cara con los párpados entreabiertos
nos miramos sorprendidos
Es cierto, hubo un espacio de frenesí,
de regalos, de caprichos
y de quitarle
su más preciado regalo al tiempo
cuando toqué la piel de una reina negra
y la hice de una realidad distinta
Con ese despliegue de joyero
dejó caer todos sus peones
sus luces verdes encendieron las torres,
encumbró sus dos alfiles
y la reina negra
llegó con sus blancos caballos por delante
Traían sus manos el calor de África,
dejó su cintura sometida a mis brazos,
sus nocturnos labios
pusieron relámpagos de amor
como cuando la Tierra fecunda recibe al
sol
Inventamos paisajes, lluvias de terciopelo,
mapas sin fronteras y quebramos
de todo el mundo la configuración,
fue entonces cuando su cuerpo
ardió, se deslizó, provocó
y dividió en ruidos de cristal el silencio
porque ella sabía de la luz
como la estrella en las tinieblas
Y yo rey de varios reinos
dominaba la cruzada,
navegaba de norte a sur
en sus cálidos huertos,
me desvivía por su encaje perfumado
para ser veleidosos causes al amanecer
para ser vida y muerte en el lugar tibio
de temblores y misterios
donde surge el hijo no nacido.
* Del
poemario “Extraño oficio” (Estocolmo, Suecia, 2010)
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