UNA DAMA.
María
Estela, todos los días al escuchar el despertador a las seis de la mañana, se
levanta aún medio dormida, y se dirige a la sala de baño. En el espejo observa
su rostro: ojeroso y demacrado, producto de las diez agotadoras horas de
trabajo en su Salón de Belleza.
Al volver a su hogar por la noche, debe
dedicarse a realizar labores domésticas. Su anciana madre está a su cuidado,
padece de un cáncer terminal y el dinero que obtiene con su trabajo, apenas le
alcanza para los gastos obligados que, son
innumerables.
Hoy
sábado, al levantar la cortina de su establecimiento, ve llegar a una elegante
dama, quien afectuosamente le dice: - ¡Mira mi amor, vengo recomendada por mi
amiga Olga. Ella me ha dicho que ¡haces maravillas en tu trabajo. ¡Por eso me
pongo en tus manos! Deseo cambiar totalmente mi look.- María Estela se dispone
a atenderla inmediatamente, explicándole que en primer lugar va a empezar con
un buen corte de cabello. Ya instalada la clienta en el sillón y María Estela,
tijera en mano, la dama inicia la siguiente conversación: – ¡Fíjate mi linda!
Soy la mujer más afortunada del mundo, tengo la suerte de haberme casado con mi
príncipe azul. Mis deseos son una orden para él. Me ha comprado ese autito que
podrás ver desde aquí, le ha costado una
millonada.
¿Cómo
puede haber personas que ganen tanto dinero y yo sufriendo tantas estrecheses?
Pensaba Estela, mientras la clienta continuaba: -Mis hijos han terminado sus
carreras y están haciendo un doctorado
en Europa. Este fin de año voy con mi esposo a visitarlos y al regreso haré
unas ampliaciones en la mansión que tengo en el barrio alto y otras
reparaciones en mi casa de veraneo en Reñaca.
A estas alturas, Estela comenzó a
inquietarse, la conversación se había convertido en un tedioso monólogo. Sin
embargo la clienta siguió y siguió hablando: -Ojala pueda estar lista antes de
cuatro horas, porque tengo entradas para un concierto en el Teatro Municipal y
después iremos a cenar con mi esposo y con un personaje político importante.
María
Estela, en realidad ya no soportaba la charla de la señora, le parecía una mofa
al compararla con su actual situación.
Desesperada,
le parece que la mujer la mira y se ríe de ella, la ve convertida en una hiena.
En un arranque de locura comienza a cortar, cortar, cortar, cortar, cortar…
(Eco Taller-Viña del Mar.)
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