sábado, 22 de agosto de 2015

Ariel Fernández/Agosto de 2015



Caer


No hay espacio más ancho que el dolor,
no hay universo como aquel que sangra.
Pablo Neruda.


De repente, en medio de este domingo tranquilo, una melancolia inesperada
se apodera de unos recuerdos solitarios que dan vueltas en mi
cabeza desde hace ya un par de semanas.
El espejo se canso de mentirme o quizas yo decidi mirarlo sin reparos.
La eternidad es un poema que me seduce y me abandona como la vida
misma, entre euforia y depresion, convirtiendose en una emocion bipolar.
Me paro en la vereda y contemplo una tranquilidad aterradora. Miro
hacia todos lados y solo puedo reconocer la compania de mi sombra
gastada, oscura y triste. A veces suelo hablar con mi sombra y me rio y
me grito “loco” mientras se me caen las lagrimas como hojas de un viejo
arbol que se esta muriendo lentamente.
Sin mas alternativas, a pesar de la firme promesa que me habia jurado,
saco un cigarrillo y lo prendo con un placer que demora en llegar.
Me siento solo y no es la primera vez, pero ahora lo noto con crudeza.
Poco a poco el tiempo se apodera de todo lo que me pertenece.
Por un segundo creo tranquilizarme y veo como me despojo de mis suenos,
como aplaco mi atrevimiento para con la vida…como instalo la
muerte en cada recuerdo lindo que queda en el escaso resto de memoria
que me digno a guardar.
No puedo con el tiempo y no es ningun descubrimiento… .O acaso alguien,
alguna vez pudo con el o podra si se lo propone? Me respondo
con fastidio que no y en mi cara se dibuja una mueca como de papel
que se quema. Estoy debil y no dejo de reprocharme este estado cronico
de nostalgia y melancolia.
Me siento en el umbral como al borde de una cornisa y por la esquina
veo que pasa una joven pareja, tienen energia, y no seria raro que esten
plagados de suenos. Por un momento me veo y me reconozco en ellos,
con mi novia y mi esposa y mi companera y mi mujer. Rapidamente el
reflejo de la ventana me demuestra que eso fui, pero que ese punado
de rostros suaves y lisos que imaginan el futuro son una parte gris del
pasado, un arrebato de alegria en un camino plagado de tristezas y decepciones.
Ahora soy esto, un monton de huesos deteriorados, un
cuerpo debil que no tiene autonomia y un rostro arrugado, completamente
diferente a ese chico que apostaba a la vida, soy un viejo con
unos ojos levemente furiosos y tristes que suplican que de una vez por
todas no lo retengan mas.
El cigarrillo se apaga y ante mi propia complicidad, vuelvo a romper
mi promesa. Sin aceptarlo del todo, me entrego sin resistencia a la accion
inviolable del tiempo.


Del libro "Antes de caer"

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