lunes, 21 de septiembre de 2015

Agustín Alfonso Rojas-Chile/Septiembre de 2015



VIAJE A PARÍS 


Aborda el avión a las 18:40 horas, en el vuelo 707 de la línea “Blue Dollar”, en Santiago de Chile con destino a París. La razón del viaje es contraer matrimonio el sábado 28 del mismo mes, con Paulina Colomba Ricapiedra Olivera, Ingeniero Comercial de la línea aérea en la cual viaja.
La aeronave cubre la ruta Denver-Santiago-Sao Paulo-París, con dos vuelos semanales.
Ubicado en clase ejecutiva se arrellana en su butaca cayendo en agradable sopor, relajado por el suave ronroneo de los motores, un whisky en las rocas y el sutil aroma de un perfume femenino que satura el recinto. Él, más una dama son los únicos ocupantes de ese compartimiento.
Comprueba la hora en el reloj de múltiples funciones que lleva en el brazo izquierdo, entre ellas un GPS que le permite ubicarse permanentemente en la ciudad. Son las 19:30 - En cuatro horas más, estaremos en Sao Paulo – piensa. Coloca en sus oídos los audífonos que el avión proporciona, selecciona una música suave y cierra los ojos…
Juan Felipe Matapalos Rondon, siendo médico, tiene la tendencia a recordar y revivir los años pasados. Es así como hoy, en esa somnolencia propia de los largos viajes, revive en su mente el instante en que Colomba, dos años menor, reconoce que lo ama. Fueron compañeros en kinder, básica y media en un colegio de Vitacura. La amistad que los une nació con ellos. Crecen en madurez física, intelectual y con el respeto y mutuo apoyo de sus respectivas familias.
Una sonrisa se manifiesta en sus labios al recordar las “onces” infantiles en casa de ella el día en que fue coronada Reina del Curso, en tercero básico.  En la ocasión fue su príncipe consorte. Los días de playa en Cachagua. Los asados en la parcela de un amigo común, el gordo Morales en María Pinto, pueblito a 40 kilómetros de Santiago por la ruta 68. Especial memoria guarda de la obra de teatro donde ella es Julieta y él Romeo, con esta obra dieron fin a la enseñanza media. Con nostalgia recuerda el día en que la familia de Colomba se trasladó a París. Su padre había sido nombrado Embajador. Él, ingresó a una universidad en Santiago, ella en París.
Esta separación fue la más dolorosa de su vida, descubriendo que para él, ella era vital. Este alejamiento lo siente como un miembro cercenado de su cuerpo. Se lo hace saber. -Juan Felipe, para ti seré siempre tu Colomba, te extraño - fue la respuesta. Así, ambos corrieron la venda de sus ojos para descubrir que el amor había llegado a sus vidas…
-A los señores pasajeros, se les ruega volver a sus asientos, abrochar sus cinturones. En 15 minutos aterrizaremos en Sao Paulo” – Se oye la voz del capitán anunciando el pronto arribo a ese aeropuerto. Mira su reloj, son las 23:20. Cuarenta minutos más tarde, la aeronave despega rumbo a París.
El capitán consulta las condiciones meteorológicas que hay sobre el Atlántico a la torre de control. Recibe la respuesta. -Buen tiempo en el océano. Sobre territorio nacional baja presión atmosférica, tormenta en gestación a tres mil pies. - Las típicas tormentas tropicales de esta época - asegura a su copiloto.
-Señores pasajeros, volaremos un área de turbulencias, se ruega mantenerse en sus asientos, con el cinturón de seguridad abrochado.
-Dejaremos el territorio a 6.000 pies. Mayor potencia a los motores, ordena al ingeniero de vuelo: 800 – 900 – 1000 – 1.500 – 2.000 pies repite el copiloto y continúa, 2.600 – 2.800 – 3.000 – 3.500…

De pronto, un rayo explota sobre el avión, las turbinas se detienen, la oscuridad es total, la tormenta está desatada, el avión se precipita a tierra de “cola”, cayendo rápidamente sobre la selva amazónica…
Luego del catastrófico impacto, todo es silencio. No hay gemidos, sólo crujidos de fierros que se adaptan a su nueva posición… pasan las horas, el sol se eleva en el horizonte, las tinieblas se disipan, la tormenta ha cesado, un cielo azul y límpido recibe el nuevo día.
Juan Felipe abre los ojos, toma conciencia de lo sucedido, pequeños hombres cubriendo sus genitales con taparrabos hurguetean las pertenencias de los pasajeros. Su vecina de cabina esta muerta al igual que los 163 compañeros de viaje.
Es rescatado por los indígenas y llevado a la aldea de la tribu. Allí lo alimentan y son curadas sus heridas. Sin embargo, lo peor está por venir…
Nada queda del avión, sólo el GPS sigue emitiendo señal, por breves minutos luego del impacto haciendo posible que las cuadrillas de rescate lleguen al lugar del accidente cuatro días después.
Durante ese tiempo los “hombrecitos con taparrabos” saquean los restos de la aeronave, mientras él permanece en una especie de ruca, atado al poste central que sostiene la techumbre. Transcurren algunos días. Nota a los pobladores ansiosos, pasan frente a la ruca, lo miran con sus rostros pintados, un pequeño hueso atraviesa la nariz chata y roma, la cabellera desgreñada de color rojizo les da una imagen de rudeza extrema.   
Hay luna llena. Por la noche llegan seis mujeres con los pechos descubiertos, lo desnudan sacándole los pocos trapos que cubren su cuerpo, lo atan con lianas y lo conducen a un claro del bosque donde la tribu se ha reunido. Lucen nuevas pinturas en sus rostros, su ferocidad se hace más patente mientras ingieren un líquido verdoso. Los tambores retumban, tumban y  retumban. Hombres, mujeres y niños danzan al compás de la música, si es que así pueda llamarse. Una inmensa hoguera ilumina el entorno. Cuando la euforia ha desatado las pasiones, es tomado en vilo, colocado sobre el fuego. Será el festín del día de la Luna. Lanza un grito de terror cuando las teas le comienzan a chamuscar la piel…!Colomba!  Es su último grito.

Despierta agitado, sudoroso. A su lado, el cuerpo desnudo de Colomba lo vuelve a la realidad. ¡Todo ha sido un sueño, un mal sueño! Se vuelve hacia ella, la abraza y se duerme con el rostro perdido entre su rubia cabellera que huele a miel…

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