VIAJE A
PARÍS
Aborda el avión a las
18:40 horas, en el vuelo 707 de la línea “Blue Dollar”, en Santiago de Chile
con destino a París. La razón del viaje es contraer matrimonio el sábado 28 del
mismo mes, con Paulina Colomba Ricapiedra Olivera, Ingeniero Comercial de la
línea aérea en la cual viaja.
La aeronave cubre la ruta
Denver-Santiago-Sao Paulo-París, con dos vuelos semanales.
Ubicado en clase ejecutiva
se arrellana en su butaca cayendo en agradable sopor, relajado por el suave
ronroneo de los motores, un whisky en las rocas y el sutil aroma de un perfume
femenino que satura el recinto. Él, más una dama son los únicos ocupantes de
ese compartimiento.
Comprueba la hora en el reloj de
múltiples funciones que lleva en el brazo izquierdo, entre ellas un GPS que le
permite ubicarse permanentemente en la ciudad. Son las 19:30 - En cuatro horas más, estaremos en Sao Paulo –
piensa. Coloca en sus oídos los audífonos que el avión proporciona, selecciona
una música suave y cierra los ojos…
Juan Felipe Matapalos
Rondon, siendo médico, tiene la tendencia a recordar y revivir los años
pasados. Es así como hoy, en esa somnolencia propia de los largos viajes,
revive en su mente el instante en que Colomba, dos años menor, reconoce que lo
ama. Fueron compañeros en kinder, básica y media en un colegio de Vitacura. La
amistad que los une nació con ellos. Crecen en madurez física, intelectual y
con el respeto y mutuo apoyo de sus respectivas familias.
Una sonrisa se manifiesta
en sus labios al recordar las “onces” infantiles en casa de ella el día en que
fue coronada Reina del Curso, en tercero básico. En la ocasión fue su príncipe consorte. Los
días de playa en Cachagua. Los asados en la parcela de un amigo común, el gordo
Morales en María Pinto, pueblito a 40 kilómetros de
Santiago por la ruta 68. Especial memoria guarda de la obra de teatro donde
ella es Julieta y él Romeo, con esta obra dieron fin a la enseñanza media. Con
nostalgia recuerda el día en que la familia de Colomba se trasladó a París. Su
padre había sido nombrado Embajador. Él, ingresó a una universidad en Santiago,
ella en París.
Esta separación fue la más
dolorosa de su vida, descubriendo que para él, ella era vital. Este alejamiento
lo siente como un miembro cercenado de su cuerpo. Se lo hace saber. -Juan Felipe, para ti seré siempre tu
Colomba, te extraño - fue la respuesta. Así, ambos corrieron la venda de
sus ojos para descubrir que el amor había llegado a sus vidas…
-A los señores pasajeros, se les ruega volver a sus
asientos, abrochar sus cinturones. En 15 minutos aterrizaremos en Sao Paulo”
– Se oye la voz del capitán anunciando el pronto arribo a ese aeropuerto. Mira
su reloj, son las 23:20. Cuarenta minutos más tarde, la aeronave despega rumbo
a París.
El capitán consulta las
condiciones meteorológicas que hay sobre el Atlántico a la torre de control.
Recibe la respuesta. -Buen tiempo en el
océano. Sobre territorio nacional baja presión atmosférica, tormenta en
gestación a tres mil pies. - Las típicas tormentas tropicales de esta época - asegura
a su copiloto.
-Señores pasajeros, volaremos un área de
turbulencias, se ruega mantenerse en sus asientos, con el cinturón de seguridad
abrochado.
-Dejaremos el territorio a 6.000 pies. Mayor
potencia a los motores, ordena
al ingeniero de vuelo: 800 – 900 – 1000 – 1.500 – 2.000 pies repite el
copiloto y continúa, 2.600 – 2.800 – 3.000 – 3.500…
De pronto, un rayo explota
sobre el avión, las turbinas se detienen, la oscuridad es total, la tormenta
está desatada, el avión se precipita a tierra de “cola”, cayendo rápidamente
sobre la selva amazónica…
Luego del catastrófico
impacto, todo es silencio. No hay gemidos, sólo crujidos de fierros que se
adaptan a su nueva posición… pasan las horas, el sol se eleva en el horizonte,
las tinieblas se disipan, la tormenta ha cesado, un cielo azul y límpido recibe
el nuevo día.
Juan Felipe abre los ojos, toma
conciencia de lo sucedido, pequeños hombres cubriendo sus genitales con
taparrabos hurguetean las pertenencias de los pasajeros. Su vecina de cabina
esta muerta al igual que los 163 compañeros de viaje.
Es rescatado por los
indígenas y llevado a la aldea de la tribu. Allí lo alimentan y son curadas sus
heridas. Sin embargo, lo peor está por venir…
Nada queda del avión, sólo
el GPS sigue emitiendo señal, por breves minutos luego del impacto haciendo
posible que las cuadrillas de rescate lleguen al lugar del accidente cuatro
días después.
Durante ese tiempo los
“hombrecitos con taparrabos” saquean los restos de la aeronave, mientras él
permanece en una especie de ruca, atado al poste central que sostiene la
techumbre. Transcurren algunos días. Nota a los pobladores ansiosos, pasan
frente a la ruca, lo miran con sus rostros pintados, un pequeño hueso atraviesa
la nariz chata y roma, la cabellera desgreñada de color rojizo les da una
imagen de rudeza extrema.
Hay luna llena. Por la
noche llegan seis mujeres con los pechos descubiertos, lo desnudan sacándole
los pocos trapos que cubren su cuerpo, lo atan con lianas y lo conducen a un
claro del bosque donde la tribu se ha reunido. Lucen nuevas pinturas en sus
rostros, su ferocidad se hace más patente mientras ingieren un líquido verdoso.
Los tambores retumban, tumban y
retumban. Hombres, mujeres y niños danzan al compás de la música, si es
que así pueda llamarse. Una inmensa hoguera ilumina el entorno. Cuando la
euforia ha desatado las pasiones, es tomado en vilo, colocado sobre el fuego. Será el festín del día de la Luna.
Lanza un grito de
terror cuando las teas le comienzan a chamuscar la piel…!Colomba! Es su último grito.
Despierta agitado,
sudoroso. A su lado, el cuerpo desnudo de Colomba lo vuelve a la realidad.
¡Todo ha sido un sueño, un mal sueño! Se vuelve hacia ella, la abraza y se
duerme con el rostro perdido entre su rubia cabellera que huele a miel…
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