miércoles, 21 de octubre de 2015

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Octubre de 2015








MODELO PROFESIONAL


 
Ahí estaba esperándolo como todos los días, detrás del espejo de su botiquín, después de su baño matinal. Abrió la puertecilla y se encontró con la imagen maligna, adornando el hermoso envase de cristal dorado. La marca de aquel perfume era quien le había proporcionado, hasta ese momento, todo el éxito como modelo profesional de la afamada línea de cosméticos masculinos “Devil”.
     Esa mañana recordó al empresario con quién debió entrevistarse para firmar el contrato, él iba a ser el rostro y figura, exclusiva de aquella marca. La oficina estaba en el penthouse de un edificio de muchos pisos y desde ese lugar se dominaba toda la ciudad. Luego de pasar por cinco secretarias, en su mayoría atractivas y de figuras esculturales, se encontró ante un gran escritorio de ébano que presidía el recinto, con sillones forrados en cuero negro que al sentarse daba la impresión de hacerlo en una nube. Quien lo atendió, dijo ser el dueño de la empresa. Le pareció un sujeto extraño, muy alto, delgado, de cabello negro prolijamente peinado, de mirada penetrante y manos frías. De sus ojos no pudo recordar nada, porque en ese momento estaba más preocupado sobre las preguntas que el empresario le hacía, para concretar las condiciones del trabajo. Lo que sí pudo rememorar fue el influjo extraño que le hizo sentir la presencia del empresario.
     Las dotes físicas de Antonio, pronto anunciaron un resultado nunca esperado. Diarios y revistas publicaban su rostro o su figura promocionando la marca, en lociones, colonia, desodorantes y también artículos capilares. Debió asistir a entrevistas por la televisión y otros medios de comunicación, además de invitaciones a cada evento donde se luciera el glamour y la elegancia, tanto de hombres como de mujeres.
Antonio, sabía que estaba en la cima de su carrera como modelo profesional. Sin embargo, el asedio femenino y masculino de algunos importantes de la moda, lo tenían un poco complicado, porque captaba que esa vida totalmente dirigida, no la quería en su futuro. Ya estaba llegando a los treinta años y el tiempo pasaba tan raudo, que a ese paso, la marca Devil iba a ser la propietaria de su vida, hasta que no llegaran los deterioros propios de los años.
     Ese día quiso torcer la nariz a Devil. Burlando las reglas del contrato, se colocó otro perfume, uno que le había regalado, a manera de chanza, uno de los pocos amigos que podía conservar, dado el escaso tiempo que le dejaban sus actividades. Quería saber cuán valioso era Antonio como persona, o cuánto influía “Devil” en su éxito como modelo.
     En mitad del trayecto, su Audi deportivo acusó una falla mecánica. Debió bajarse para salir del paso y permitir el flujo vehicular que a esa hora era intenso. Felizmente moviendo algunos cables y apretando otros, logró hacerlo partir, no sin antes observar varias salpicaduras de grasa negra, las que habían dejado notorios lunares oscuros en su chaqueta deportiva. Su jefa, al verlo llegar en esas condiciones, le llamó la atención delante de todo el personal. Le pareció extraño que lo amonestara con frases tan severas, en circunstancia que siempre había sido cordial y atenta. Amargado por los incidentes que derivaron en esta situación, bajó la cabeza, descubriendo con horror que se había colocado calcetines de diferente color y en su armario no guardaba ninguno de repuesto.
     Con cara de pocos amigos, entró a su camarín, debía maquillarse para una toma, un nuevo spot publicitario lo esperaba. Empezaba a prepararse cuando unos golpecitos en la puerta, lo sacaron de su estado depresivo.
     -¡Adelante! – dijo al visitante que resultó ser un mensajero que portaba una cajita cuidadosamente envuelta.
- ¿Don Antonio Regis?
- Sí, con él.
- De su casa le envían ésto que dejó olvidado.
     Antonio, quedó totalmente confuso al abrirlo. Él vivía solo y nadie se había enterado de aquel olvido. Ahí estaba el frasco de colonia Devil, que debió usar como todos los días, y un par de calcetines de la mejor calidad.
Rápidamente salió a buscar al mensajero, pero éste se había evaporado, nadie lo vio cruzar por el largo pasillo.

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