BARRIO SUR
Mañana
de invierno en el Barrio Sur,
en
el barrio viejo de Buenos Aires.
Mañana
de domingo.
Mañana
de silencio.
Viento
y garúa en el Parque Lezama,
lugar
obligado y prohibido de los perros
con
amos de gamulán y pelo entrecano.
Calesita
enfundada en lona impermeable,
decolorada
por el paso del tiempo
y
el nocturno trajín de los fantasmas.
Hora
de paseos, misas y aperitivos,
de
calles, iglesias y boliches;
pasos
cortos, tragos largos, sin apuro.
San
Telmo, Boca, Barracas:
asiento
originario del Primer Adelantado,
ilusión
de don Pedro de Mendoza.
Fantasías
de orate trasnochado
que
desembarcó la legión de sus delirios
al
son de proféticas verdades.
Ciego
y loco, violó con sus pústulas secretas
y
la soberbia historia de su estirpe
a
estas playas, marrones y vacías.
Y
germinó la simiente precursora
en
el fecundo pardo seno virginal
durante
cuatro siglos y sus innumerables noches
de
tradición y cambio, vida y muerte.
Barrio
Sur, barrio viejo de Buenos Aires,
último
reducto del antes y del después.
Tus
estrechas calles se consuman en el río
atraídas
por los vicios y quimeras
de
aquel armado vencedor del horizonte
que
llama, feroz, desde el océano,
con
el quejumbroso sonar de la sirena de su agonía.
Mañana
de invierno en el Barrio Sur, en el barrio viejo,
en
el barrio último de los buenos ayres.
Recorriendo los antiguos barrios contigo Carlos, con su historia y cierta melancolía.
ResponderEliminarMuy lindo poema y gracias por compartirlo.
Beso Josefina