CUESTIONARIO respondido por Rolando Revagliatti el
31.8.2006, desde la ciudad de Buenos Aires, para un blog del poeta Gustavo
Tisocco.
1: ¿Qué es para usted la poesía?
—Es la gaviota que logro instalar en el paisaje que
describo, sin que se oiga demasiado la palabra gaviota.
2: ¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas,
sus premios, su actividad literaria?
a) Viví en
pensiones (en una, nací) hasta mis ocho años. El mejor período de mi niñez
transcurrió en Villa del Parque, cuando mis padres adquirieron nuestro primer
departamento. Aunque tuve también amigos antes, en Floresta, los que recuerdo
son los de Villa del Parque. Donde, además, las chicas de mi cuadra querían ser
mis novias. Tuve una abuela, Josefina, excelente. En presencia de mi padre no
se podía decir el apellido Perón. Él era un consecuente lector de libros:
crónicas de viajes, expediciones, “El
Hombre Mediocre” de José Ingenieros, esa onda, y de poesía. Mi madre no ha
frecuentado los libros, aunque sí los diarios y revistas. Simpatizaban con el
socialismo. La primera vez que voté lo hice por Alfredo Palacios. Mis primeros
amigos íntimos, como se decía entonces, grandes amigos, los hice a partir de
que nos mudamos, a mis once años, a otro departamento, ya más importante, en
Caballito. Y el último en ese rango lo tuve hasta poco después de mis
cincuenta. Cincuenta eran los años a los que en mi infancia yo aspiraba a
llegar vivo y saludable. Supongo que esa sería la cifra mínima que me atrevía a
declarar, ¿no? Ya está: conté un poco de mi vida.
b) Publico mi
primer libro en 1988, así que andaba yo en los 43 años de edad. Se tituló “Obras completas en verso hasta acá”,
con segunda edición corregida en 1990, a través del sello Filofalsía (una
tercera edición corregidísima de este multipublicado poemario aparecerá a
principios de 2007). Después fueron surgiendo otros catorce poemarios, unos
cuantos, a su vez, también con reediciones + ediciones electrónicas + ediciones
bellísimas en formato caja y en formato estuche. Éstos son los títulos: “De mi mayor estigma (si mal no me
equivoco):”, “Trompifai”, “Fundido encadenado”, “Tomavistas”, “Picado contrapicado”, “Leo y
escribo”, “Ripio”, “Desecho e izquierdo”, “Propaga”, “Ardua” (el único de mis libros que cuenta con una edición, la
quinta, íntegramente bilingüe (castellano-neerlandés), a través del sello
Stanza, de Holanda), “Pictórica”, “Sopita”, “Corona de calor”, “Del
franelero popular” (textos de todos ellos integran la antología “El Revagliastés”, aparecida a principios
de 2006). En el género dramaturgia se editó “Las
piezas de un teatro”. Y hay dos volúmenes que reúnen cuentos y relatos: “Historietas del amor” y “Muestra en prosa”. La mayoría de mis
libros se hallan disponibles no sólo en http://www.revagliatti.com.ar,
sino que, en numerosas bibliotecas digitales. Casi todos los demás poemarios
han sido traducidos parcialmente y así difundidos en medios gráficos y
virtuales a los idiomas italiano, esperanto, inglés, asturiano, alemán, maltés,
portugués, rumano, francés, vascuence y catalán.
c) En poquísimos
concursos donde hubiera que presentar un libro completo he participado. Me
resulta insoportable leerme las bases, las especificaciones, las advertencias,
la obligatoriedad del seudónimo y del sobrecito donde queda oculta la
identidad, los recaudos. Cuando no constan los nombres de los prestigiosos
miembros del jurado, peor todavía. El esfuerzo que me demanda cumplir con los
pasos me sobre exige, me exige mal. Me alivia dar con bases donde rápidamente
advierto que hay que pagar para participar o que ya venció el plazo de
presentación. Allí se me disipa el conflicto, queda descartado para mí el
certamen y sigo con otra cosa más acorde a mi disposición. Tendría que contar con
un remunerado secretario que lo hiciera por mí. En fin, algún primer premio
obtuve, sin embargo. Otorgado por una institución norteamericana. Y unas
menciones especiales y otras estándar que me posibilitaron ser seleccionado e
incluido en antologías y exposiciones. Jamás intervine en concursos donde los
premios son nada más que medallas y diplomas. Sí, estoy flojo en premios. Qué
macana.
d) Desde hace
algunos años coordino mi taller literario, el cual incluye, adaptándome siempre
a los requerimientos de los interesados, oralidad, proyección de la voz. Como
productor cultural, entre otras iniciativas, cabría asentar aquí la puesta en
escena de nueve espectáculos teatrales (“Drummond”, “Uno de cada”, “Las
mujeres”, “Por mí mismo”, “Obstinación”, “Versos per-versos”, “Espasmitos
espantosos”, “La cosa corta”, “El cirujano poetón (y sus fantasmas)”, entre
1975 y 1987) a partir de textos mayoritariamente poéticos de decenas de autores,
lecturas públicas de textos de Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Oliverio Girondo,
Jorge Lépore, Violeta Parra, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda, Julia Prilutzky
Farni, etc., entre 1983 y 1986. Fui uno de los responsables del Ciclo de Poesía
y Prosa Breve “Nicolás Olivari” (1999) y el coordinador general de los Ciclos
de Poesía “Julio Huasi” (2001), “Luis Franco” (2002), “Carlos de la Púa”,
“Susana Thénon”, “Horacio Pilar”, “Homenajes” (2003), así como de la Revista
Oral de Literatura “Recitador Argentino” (2003) y de “La Anguila Lánguida”
Muestra de Poesía 2004. Desde el 2005 presento a poetas no residentes en la
ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense dentro del marco de “Último
Infierno”, la propuesta de periodicidad mensual de la Asociación de Poetas
Argentinos, fundada por Cayetano Zemborain. Y desde junio de este año ando
presentando poemarios que juzgo singulares o muy significativos para mí,
acompañado por músicos, más adelante será con actores y ya iremos viendo con
quienes más, en “La Canción de Rolando”, una de las secciones del Café
Literario de Lidia Rocha y Gerardo David Curiá: “Literatura Viva”, también con
periodicidad mensual.
3: ¿Cuándo empezó a escribir? ¿Por qué?
—Empecé pergeñando letras de canciones que yo mismo componía
en mi cabeza. Los temas musicales se los cantaba a mi gran amigo de la
adolescencia, Ramón. Yo venía recitando poemas desde mi niñez. “Debuté”
representando a mi sexto grado en la culminación de la escuela primaria. Fue un
suceso, una marca de aquéllas, nadie podía creer que ese lindo, pero
intrascendente chico, conmocionara de semejante modo al vasto auditorio, recitando
un poema narrativo, claro que, muy sentimental, de mi tío político, Jerónimo
Sureda. Y bueno, habré empezado a escribir para evidenciar mi enorme
insatisfacción, para escudriñar en los recovecos infinitos de mi enorme insatisfacción.
4: ¿Cómo definiría a su poesía?
—Aún esmerándome no me imagino alcanzando una abarcadora definición.
Sé que abunda el sarcasmo, la ironía, el humor falsamente ingenuo, la burla. Sé
también que escribí textos donde esto no aflora. Reconozco que me agrada
“ponerme en peligro”, literariamente hablando. Acaso atormentado por el
espectro de la mediocridad, de esa amenaza, de ese horror. Más vale morir
inventando que seguir perdurando en la repetición. Más vale chillar en procura
de alguna armonía disparatada que albergar el conformismo del gimoteo. Definir
no definí, pero al menos, Gustavo, sabés de qué huyo.
5: ¿Qué autores influyeron en su poética?
—Sospecho que los releídos: en mi infancia y pubertad, Yamandú
Rodríguez, Olegario Víctor Andrade, El Viejo Pancho, Gustavo Adolfo Bécquer,
Belisario Roldán, José Hernández, Estanislao del Campo, Almafuerte, Hilario
Ascasubi, Evaristo Carriego, versificadores gauchescos y letristas de tangos,
buenos y espantosos, que yo leía semana tras semana en las revistas “Cantando”,
“El Alma que Canta” y “Cantaclaro”. En mi adolescencia, Baldomero, Manrique y
César Fernández Moreno, Antonio Porchia, Walt Whitman, Nicolás Olivari, Pablo
Neruda, Julio Huasi, Nicolás Guillén, Roberto Santoro, Nicanor Parra, César
Vallejo, Alfonsina Storni, Mario Benedetti, Raúl González Tuñón, León Felipe. Y
ya poco después, Jacques Prevert, Juana Bignozzi, André Breton, Carlos Drummond
de Andrade, María Elena Walsh, Antonin Artaud, Juan Gelman, Arthur Rimbaud,
Alejandra Pizarnik, Oliverio Girondo.
6: ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
—Que se la reconozca como eso que se da por seguro en la
pregunta: una poética. Una.
7: ¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial?
¿Por qué?
—Conminado a elegir, elijo uno no incorporado a libro
todavía ni hallable en la red y constituido por pocas palabras. Lo elijo por
inequívoco (si es que coincidiéramos en que tengo una voz que proviniera de
mí):
PIZCA DE BOLERO
La lujuria
—esa inundación—
es contigo
Glu
glu.
8: ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?
—Es actualmente más ajustado, me dicen.
9: Para usted, ¿se nace o se hace escritor?
—A las propensiones, las construcciones. ¿Se nace vendedor
de tractores, jurisconsulto, pacifista, inescrupuloso, abnegado, visitador
médico?
10: ¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia
en este bello camino de la palabra?
—Que no sea condescendiente consigo mismo/a. Que cuando en
los grupos a los que vaya perteneciendo perciba la cerrazón del sectarismo y la
endogamia, los rehuya, los combata. Que propenda a la honestidad intelectual y
a la coherencia. Que no sólo lea libros de poesía. Y que los libros de poesía
que lea no sea únicamente los recomendados por sus próximos. Y que los libros
de poesía los relea (práctica poco extendida) y que se afiate en avivarse de
los recursos y de las improntas, y que discierna entre un libro que juzgándolo
muy bueno le provoca un placer módico o esforzado, de otro libro que juzgándolo
muy bueno le provoca un placer intenso y oxigenante.
11: ¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
—El vocablo industria le cabría a los sellos
editores más bien monopólicos, ¿no?, multinacionales.
12: Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento,
novela, etc., ¿cuáles recomendaría?
—Ciñéndome a unos pocos títulos, invito a toparse con éstos
(no tan difíciles de adquirir, creo):
“El instante propicio”
de Rafael Beláustegui, cuentos, Sigmurg;
“Op oloop” de Juan
Filloy, novela (tengo la primera edición, de hace mucho, pero se ha reeditado);
“De un día a otro”
de Ricardo H. Herrera, ensayo, Grupo Editor Latinoamericano;
“Lo cierto” de
Diego Viniarsky, poesía, Ediciones Perse (escritor argentino recientemente
fallecido, a los 40 años, a consecuencia de un accidente automovilístico).
13: ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea
en páginas de Internet, foros literarios, cibernéticos, revistas virtuales,
ñusleters, blogs, etc.?
—Si de acceder a lectores se trata, a lectores es a los que
se tienta con la instalación de textos en las diferentes propuestas en la Red.
14: Por último, ¿quiere usted agregar algo?
—Éste, Gustavo, es un buen sitio para instar a los
ensayistas a una labor orgánica, partiendo
del análisis de las poéticas de los autores argentinos contemporáneos.
Verdaderos análisis y articulaciones. ¿Te sumás a mi inquietud?
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