miércoles, 20 de abril de 2016

Irizelma Robles-Puerto Rico/Abril de 2016



Madre, hija

Mi destino no estaba trazado,
más bien dejaba trazas de dolor
por las esquinas,
ramos de espinas,
la esencia del pánico.

Yo lo recogía del piso
y moría de nuevo
en un intento vano por
barrerlo todo y tirarlo a la basura.

Pero cumpliste trece años
y yo no estaba.

El destino detuvo el tiempo
cuando aquella mujer
lanzó la amenaza de perderte.

Solté las amarras de mi locura
y el tiempo giró de nuevo
como tus trece años
y mi ausencia.

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