miércoles, 20 de abril de 2016

Jorge Piñones Segovia-Chile/Abril de 2016



E  L   M  E  T  R  O
                                                                           
     Raúl entra con bastante dificultad al Metro de Santiago. Va de vuelta de su trabajo, de las estaciones Neptuno hasta Los Héroes, en la hora de más afluencia de pasajeros.
      Se encuentra cerca de una espléndida y perfumada rubia. De pronto, ambos coinciden en asientos contiguos. Él la mira con descaro pretendiendo ponerla nerviosa, ella sostiene la mirada.
       -Hace frío- dice él, restregando sus manos.
- Parece que sí, como estoy tan abrigada, aún no me he dado cuenta - dice ella.
      Él la mira más detenidamente, le sonríe y ella un tanto avergonzada se da cuenta que hasta sus manos están cubiertas con guantes, sin olvidar el gorro de terciopelo que cubre su cabeza y orejas, dejando ver solo su largo y hermoso cabello rubio.
      Se hace un corto silencio y de pronto, un tanto sorprendido, ve a su acompañante ponerse de pie y caminar hacia una de las puertas del vagón.
  Cuando el tren aminora la velocidad, casi instintivamente, él hace lo mismo pero opta por ir a la otra puerta del vagón.
    A la distancia, ve a la rubia subir las escaleras mecánicas y, calcula una distancia apropiada para seguirla. Sin que esta se de cuenta, así llegan a la avenida y él puede ahora observarla mejor. Todos sus pensamientos giran en torno a la mujer que tanto ha llamado su atención. Siente el deseo de saber más de ella, ahora mismo, dejando de lado todo su quehacer.
   De pronto ve a la mujer entrar en una galería comercial, temiendo perderla de vista, apura los pasos. Pero en medio de un tumulto de personas agolpadas en la vitrina de un negocio, termina perdiéndola.

      Después de un buen rato, infructuosamente tratando de ubicarla, aburrido y frustrado, finalmente ingresa a un Café con Piernas. Ya en el interior siente una agradable temperatura. Logra ubicarse en un rincón, siempre pensando en la rubia ¿que será de ella? ¿Por qué  fui tan tonto y no la abordé cuando salió del Metro?, se preguntaba. Estaba sumido en esos pensamientos, cuando de pronto alzó la vista. Vio en un gran espejo a la rubia, sonriente y ligera de ropas, avanzaba hacia él para tomar su pedido.

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