sábado, 21 de mayo de 2016

Juan Oviedo-Villa Gesell, Argentina/Mayo de 2016



Poesía

Los dioses necesitaron una forma distinta de decir, por ello no ejercieron la palabra directa sino a través de lo indirecto, mimetizado muchas veces con la naturaleza o en el interior profundo de los hombres, como también fue indirecto el modo de escucharlos, pues no todos los hombres tenían conexión con lo divino solo muy pocos de ellos, como fue el  saber de la palabra que comunicaba, la llamada sabiduría, un tesoro no abierto hacia todos. La plegaria participó de esa vía esencial para comunicarse con ellos, como también lo fue el adivinar los designios en el vuelo de las aves y el hurgar en sus propias entrañas, pero  al mixturarse el decir divino con el decir  humano, nació un nuevo decir "el que daba luz" y se le llamo poesía, y el germen en la tierra de nuestra civilización Occidental comenzó ahí.
La poesía nació como un decir sabio,  porque verso acerca de lo divino y del hondo misterio de los cielos, espejo la interioridad humana bajo el sacudón de Eros e intuyo la profundidad del cosmos junto al misterio de la noche y del silencio que habla, fue un significado abierto a rapsodas y poetas, si, la poesía sólo advino como palabra cuando necesitó expresar aquel reflejo de lo abisal intuido como mundo.
Tal preceder ilustre e insondable posiciono al decir poético como un decir extraordinario porque era presencia distinta a lo ordinario del mundo y  fundamento de un no  decir también ordinario, su sensible presencia era infinitamente más profundo que todo mero recrear literario, pues la poesía era expresión profunda de la sabiduría oscura de los hombres de aquel tiempo.
Con el plasmar poético asistamos a un captar misterioso del mundo junto al emerger del poeta, una extraña correlación bajo los embates sensibles vinculados a su ceremonioso decir.
Al estar precedido por los divino del cielo, el poeta, vivió arrobado en permanente develar en su desgranar celeste y hacer su voz para los oídos terrenos, como fue la presencia del divino Eros entre mujeres y hombres, fuente del decir distinto del desvelo no ordinario.
Que nos lleva al momento de generar la pregunta, ¿qué función le cabe al poeta, que es lo que puede poetizar en un lugar donde lo desacralizado manda, el negocio, la renta y las utilidades ordenan?, este poeta ya no represente aquella conexión con su honorable preceder, y sea justificado tal desde el marco literario de un proceso cultural y racionalizado como tal o instancias de un amargo devaluar a la poesía misma, porque será él como poeta quien haga poesía, según desde la grafía cultural y bajo el género determinado en rima, prosa etc.
El signo epocal del devaluar asestó un golpe demoledor a la condición trascendente del discurrir poético, ya no es mediación entre el misterio y lo creado, de ser expresión oral de aquella sabiduría arcaica pasó a ser expresión escrita, la poesía no se apropio de la palabra sino que fue apropiada por la letra, por el estilo, por el género, ya no será más vivencia de lo críptico sino mero instrumento de la intervención del poeta, será la mirada de ese tercero que vive las migajas de ese vínculo roto con lo trascendente, así,  esta poesía solo quede más cerca del negocio literario o del vano e insignificante decir.
Desde la técnica literaria se postula el canon de determinar el rango del crear poético, la paradoja implique que si bien  por la técnica se puedan generar versos y por ende a poetas, jamás podrá determinar lo que es poesía, las raíces del presente mundo han prescindido de la realidad a la que aludía su antigua presencia y hoy, sólo yacer en textos, anaqueles, bibliotecas y en los apellidos de los poetas líricos, racionales, seculares.
La poesía perdió esa dulce vigencia de ser realidad independiente a todo poeta, perdió su honorable lazo entre dioses y saber, lo epocal posicionó al poeta como fuente de un nuevo poetizar, así, el ámbito subjetivo es el nuevo espacio del ejercer poético, según el limitado radio del discurrir romántico, moderno, natural o postmoderno, lejos de sus raíces metafísicas y divinas, el poeta, ya no comulgue con tales categorías al vivir sujeto a otras muy distintas.
Recuperar aquella poesía del develar acerca de lo abisal habitando el mundo, signifique retorno y vuelco hacia aquella perdida dimensión, a recuperar lo divino como metáfora al ascenso humano, y retorno a los secretos posicionados en el existir, a crear la sospecha del mundo como enigma y poetizar, implique volver a lo no sondable, lejos de las bibliotecas y presente en la palabra que devela, desoculta, como “cuando cae la noche y descubres que ella, no sólo es oscuridad”…….en el antes y después de amarte.




No hay comentarios:

Publicar un comentario