miércoles, 22 de junio de 2016

Carlos Eduardo Quirós Mena-Costa Rica/Junio de 2016




CUANDO TODOS SE VAN


Sólo queda el silencio inventándose
en el temor del reloj
la casa es un murmullo de golondrinas
que remiendan su luz en los ventanales.

Es larga la ausencia en los rincones
y su vuelo imprescindible cruzando certero
por el ojo.

Al final la vida es solo el principio
de la muerte que asoma sus convicciones
detrás del abrazo del espejo,
un camino repetido en el disfraz de la espera.

Las cortinas se llenan de misterios y letanías
que rasguñan las costuras de la estancia;
todo es diferente en esta repetición de voces
que rompe los enigmas.

el sueño escoce en el anochecer del reloj
y hereda su duelo en la mirada de la lágrima,
por eso una lluvia de pájaros
se prolonga en el arco de la incertidumbre.

Entonces te das cuenta que un dolor de aves
te nace entre la sangre,
y el día se abre como un ábaco de ceniza
llevándose la risa en sus hombros.

Cuando todos se van,
la lluvia se desangra en la mejilla
y como un invierno de hormigas
secuestra la ahumada voz de los umbrales.

Cuando todos se van,
el recuerdo se queda embetunando
los rincones de un pájaro incierto
de cantares.


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