sábado, 22 de julio de 2017

Isidoro Gómez Montenegro/Julio de 2017



Testamento de fuego


Soy flama dorada
crepitación lasciva,
brasa inútil.
Conocido por aves,
pájaros, búhos…
Cisnes crascitan cual marioneta.
La flama sabe,
siente en su pecho compasión.
Múltiple oscilación azul, roja,
rebelde fragilidad de tenue dicha;
de ser, de haber sido luz… sombra.
Grave, breve,
intacto testamento de fuego.
Alma mía…
lejano horizonte de castidad
inmóvil, etéreo,
lleno de brisa taciturna.
La playa ordena replegarse,
claridad solemne de fuego.
Solitaria quietud de flama
inquieto subir y bajar.
La luz umbría transmuta
en lluvia fría.
Tiempo pretérito;
amargo conforta el alma,
guarda polvo de recuerdos.
Al encontrarse nuestros ojos;
albea la aurora.
Fulgor de sol nos cobija.
Amanecen en huelga los estíos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario