sábado, 22 de junio de 2019

Agustín Alfonso Rojas-Chile/Junio de 2019


EL CUCHILLO

Caminaba por la orilla del estero de Viña, sin rumbo. Apreciando las diferentes especies de aves que habitan en ese lugar, pastizales y arbustos que crecen en sus orillas. Me senté bajo la sombra de un sauce cuyas ramas se mecían acompasadamente por el viento, rozando las tranquilas aguas que se estancan cerca del puente de 5 Oriente, casi frente al Mercado Municipal.
Un rayo de sol se filtraba entre las ramas del árbol e incidía sobre un objeto que brillaba allá, en el fondo de la represa. Me levanté intrigado, me descalcé, arremangando mis pantalones me introduje en las aguas, al rescate del objeto que aún brillaba entre la arena. Lo tomé y salí a la orilla. Comprobando que no sólo era un trozo de metal, sino que era un cuchillo, un cuchillo tipo marinero de esos que tienen filo por un lado y por el otro una especie de sierra. Tenía una marca de fábrica “Arbolito”, made in Germany, 1896.


Aún no logro comprender ¿cómo?, pero en ese instante perdí la noción del tiempo y me encontré a bordo de un buque mercante vestido de marinero. Hacía la navegación de Marsella a Nueva York, para luego zarpar con rumbo a Valparaíso, Chile. Llevaba mi viejo cuchillo al cinto, porque luego deberíamos largar las espías (cordeles) que mantiene el navío atracado al muelle (en oportunidades éstas se aprietan debiendo ser cortadas).
Recalamos en Valparaíso y esperamos sitio en el muelle para atracar. En ese momento quedamos a la gira. Salí de franco para recorrer la ciudad, llevando conmigo mi compañero inseparable, un cuchillo. Él me permitía defenderme en el caso de ser atacado en mis andanzas.
Visité Viña del Mar, al cruzar el Puente Mercado, sentí que me arrebatan la billetera y el cuchillo, no logré detener al ladrón perdiéndose éste por la Avenida 1 Norte. Me sentí desnudo y  sin protección.


De pronto volví a la realidad y revisé con mayor atención, el gastado mango de madera de “Teca”; tiene un grabado, dice: “Otto W, Vapor Hamburgo”.
Sólo por intuición me dirigí a Valparaíso. En el sitio 3 de éste puerto en forma coincidente, había un buque amarrado de bandera alemana, de nombre Hamburgo  el cual tenía zarpe esa misma tarde de regreso a Europa. Subí a bordo y pregunté por “el marinero” Otto. Después de una larga espera, logré ubicarlo haciéndole entrega de su herramienta de trabajo.
Agradecido, me contó que era un cuchillo que había recibido de su padre, quien como él, también fue marinero y éste, a su vez, lo había recibido del padre. Otto le había prometido a su progenitor que se lo entregaría a su hijo, quien también seguiría la carrera de navegante. Me dio un abrazo como una forma de  agradecimiento.

Ya en tierra. El buque dio un toque de sirena y empezó a dar avante, en busca de su destino….




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