EL LICANTROPO
El miércoles 2 de Abril, de emergencia se reunió el
Directorio del Zoológico para tratar un extraño suceso al interior de éste.
Según los vigilantes de la noche, nada
vieron o sintieron, que les hiciera pensar en algo anormal. Así lo registraba
la bitácora... “guardia de 20:00 a 08:00 horas, sin novedad”.
Sin embargo, dos horas después, el propio
administrador en su visita diaria a los diferentes recintos de animales,
encontró que el corral de los camélidos había sido violentado. Un guanaco macho
y una hembra yacían con el cuello roto, un gran orificio de dos pulgadas de
diámetro penetraba hasta el corazón. No encontró rastros de lucha, sólo
pequeñas gotas de sangre alrededor de los cuerpos, delataban que algo o alguien
los había atacado.
En el corral de las aves seis gallinas New
Hampshire, y dos de raza Lira, de un alto costo comercial, se encontraron
muertas sin una gota de sangre en su cuerpo. No había rastros que delatasen la
causa de tan desastrosa incursión...
Varios meses atrás, un caso
similar se había producido pero esa vez, las víctimas fueron los monos capuchinos.
Por lo tanto, se trataba de una relapsis
de alguna bestia, o un sicofante que
rondaría el entorno.
Al equipo de veterinarios que
examinó los cadáveres, no le fue posible determinar si había sido un ataque de
perros de la aldea u otra bestia.
Alguien dijo:- Esta es obra del chupacabras...
-No, a ese engendro sólo se le podrían atribuir las gallinas, pero los
camélidos no, porque a éstos, les fue
licuado y absorbido el corazón”... dijo Guillermo, jefe del grupo
Una corriente fría se desplazó
por el cuerpo de los directivos que les hizo encogerse en sus asientos.
Entre ellos, había una persona
que profesaba el sincretismo y les
dijo:
-Señores, creo que es bueno que analicemos a la luz de la religión este
extraño caso que se ha convertido en un verdadero meandro, de los últimos acontecimientos...
Se acordó invitar a sacerdotes
católicos, pastores de iglesias, popelícanos,
cátaros, incluso un ecléctico y un hierofante, de la iglesia griega ortodoxa, para que en común,
discernieran el caso.
Constituido el comité, hicieron traer
los cuerpos en un gran escriño, para
la auscultación de los restos.
Dijo el hermenéutico, dando una inflexión
grave a su voz:
-Debemos ser muy perspicuos en
el análisis para que no quede sombra de dudas de nuestro trabajo...
En tanto sin darse cuenta, y
quizás debido a su edad, un silencioso borborigmo,
se deslizó entre las piernas de los presentes, saturando el ambiente con un
fuerte olor a azufre.
-¡Por Dios! El hedor de estos cuerpos, nos demuestra la existencia del infierno- reflexionó
el hierofante, junto con apretarse
sus fosas nasales con los dedos. Sonrojado, se sacudió
suavemente los pantalones y se alejó del lugar.
De
la discusión de tan conspicuas autoridades, se desprendió la necesidad de
investigar con mayor acuciosidad, el lugar del obituario.
Fue
así que al visitar el mallado se encontró, por un lado, las huellas de zapatillas
de esas que usan los atletas cuando saltan obstáculos. Sin embargo, por el
interior sólo se encontraron huellas de las cuatro patas de un animal de la
familia de los cánidos. Se siguieron los rastros, estos se perdían muy cerca
del vallado, para luego ser ubicados, nuevamente, con dirección a la casa del
administrador.
Se
interrogó a los vigilantes, no dieron mayor luz sobre el caso. Reiterando que
nada sintieron, ni vieron durante su guardia, pese a ser una noche muy clara.
Había luna llena, sólo el aullar de un perro y el vuelo asustadizo de los pájaros
del bosque cercano. Fuera de ésto no observaron nada extraordinario.
El
hermenéutico, se embulló en sus
libros para concatenar la muerte de los animales, el aullido del perro, la luna llena, el vuelo asustadizo de
los pájaros, los rastros de zapatillas por un lado y las huellas de perro, por
el otro, determinando finalmente que:
-Sólo un licántropo
es capaz de tan atroz carnicería...
***************
Durante
tres días se izó varios gonfalones en el perímetro del zoo,
como homenaje a los malogrados animales muertos.
Al
día siguiente, cuando la luna se elevó en el horizonte, sobre el cerro “La Campana”,
a las 2 de la madrugada, se escuchó un fuerte aullido, los pájaros volaron, los
animales del zoológico se apiñaron, uno junto al otro, plenos de terror. Un
gran can se acercó a la valla perimetral..., ¡se aprestaba a saltar!, el
sacerdote católico salió de entre los setos, con la cruz en alto y le gritó: - “¡Retírate Satanás!”- dando un fuerte
alarido y llevando los ojos inyectados en sangre, dio la vuelta y se perdió
entre los árboles del cercano bosque.
De
amanecida, la esposa del administrador inquieta por la ausencia de su marido, salió
al porche de la casa. Lo encontró desnudo y aterido de frío en la leñera. De su
boca colgaba un hilillo de sangre. Lo condujo a la cama y lo amarró al respaldo
del catre.
Concluyó:
“Sólo así evitaré que sonámbulo, dejes la
cama a media noche”... La luna llena iluminó con mayor fuerza el bosque,
mientras a lo lejos un clavicímbalo arrojaba
sus notas al viento...
Nota: Las palabras destacadas existen, solamente que casi no se usan en
nuestro lenguaje habitual.
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